En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, Darío Mandelburger, director de Bioseguridad del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Social (Mades) , analizó la situación actual del país en materia de conservación y políticas ambientales. “Paraguay mantiene activa su institucionalidad ambiental. A diferencia de países como Argentina o Chile, donde las unidades ambientales han perdido presencia, acá el ministerio sigue siendo una institución firme, ejecutora y con valor en sus acciones”, afirmó.
Mandelburger reconoció que el país aún enfrenta importantes desafíos, especialmente en lo relacionado a la educación ambiental y la conciencia ciudadana. Para él, el desarrollo económico no puede desligarse de la conservación ambiental, “necesitamos valorar más nuestros recursos naturales. Un país puede expandir su frontera agrícola o crecer en producción, pero siempre contemplando la conservación y evitando la degradación ambiental”, señaló.
Este enfoque se traduce en políticas activas orientadas a la protección de áreas estratégicas, como las áreas protegidas, que forman parte de una Estrategia Nacional de Conservación y un Plan de Acción para Áreas Protegidas, ambos impulsados por el Mades.
Según el director, todos los sectores productivos tienen impacto ambiental, aunque algunos generan más presión que otros. La expansión de la frontera agrícola y la producción ganadera son dos de los principales motores de la economía nacional, pero deben operar dentro de un marco legal de permisos y habilitaciones ambientales.
“El desarrollo productivo debe ir acompañado de un uso responsable y legal de los recursos. Es fundamental que cada acción productiva contemple su impacto ambiental y aplique medidas de mitigación”, subrayó.
Entre las principales amenazas que aún enfrenta Paraguay, Mandelburger identificó la falta de valoración del entorno natural y el incumplimiento ciudadano de normas ambientales. “Si no entendemos por qué necesitamos agua limpia, o por qué es esencial un bosque para nuestra calidad de vida, entonces difícilmente vamos a proteger esos recursos. “La educación es la primera medida de protección. Si entendemos el valor de los cauces hídricos, los ecosistemas o la biodiversidad, vamos a actuar con mayor responsabilidad”, advirtió.
Uno de los recursos más sensibles es el agua. Paraguay cuenta con los grandes ríos Paraguay y Paraná, pero los problemas se concentran en los pequeños arroyos y vertientes, donde la contaminación por agroquímicos, residuos y mal manejo de efluentes industriales está afectando los ecosistemas.
“Debemos prestar más atención a los pequeños cauces, que son los que nutren los grandes ríos. Muchos están desapareciendo por el avance urbano y la contaminación”, indicó. En ese sentido, destacó la Ley de Recursos Hídricos como un instrumento importante, pero que necesita mayor aplicación y seguimiento.
Paraguay cuenta con un marco normativo ambiental robusto, sin embargo, el cumplimiento efectivo sigue siendo una deuda pendiente. “Tenemos buenas leyes, pero si la ciudadanía no las acompaña o si los recursos institucionales son limitados, no lograremos los cambios necesarios”, indicó Mandelburger.
La pérdida de especies emblemáticas como el jaguar, o la creciente contaminación de fuentes de agua potable, son ejemplos concretos del costo ambiental que está pagando el país. “La recuperación de un ecosistema degradado es costosa y lleva tiempo. Es mejor prevenir que restaurar”, sentenció.
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