“Alguien vio lo que hacíamos, le gustó y llegó el primer pedido. Después empezamos a hacer talleres y, con el tiempo, cada cliente fue proponiendo nuevas ideas”, recordó Figueredo. Así, como en un almacén de barrio, P de Papel fue respondiendo a la demanda con creatividad, dijo Figueredo, desde tarjetas personales y etiquetas colgantes hasta cuadernos, calendarios y productos completamente nuevos, diseñados a medida de las necesidades de cada cliente.
P de Papel es un proceso completamente artesanal que contrasta con la lógica industrial. “En la producción artesanal, el 90% es mano de obra, y apenas un 10% se apoya en máquinas para dar acabados más prolijos”, explicó.
Todo comienza con la recolección y clasificación del material: papeles de oficina, cuadernos, cartones, cartones de huevos, revistas, diarios, facturas de colores. Cada tipo y color de papel se separa para dar origen a nuevos tonos y texturas.
Luego, los papeles se trituran y se dejan en remojo de uno a tres días, según el material. Después pasan a una licuadora industrial que convierte la pulpa en la base del nuevo papel. Esa mezcla se coloca en grandes recipientes de agua, donde se forma cada hoja con bastidores artesanales.
El material se prensa, seca y recorta hasta obtener láminas resistentes y únicas. Algunas incluyen semillas de hortalizas o especies forestales, lo que da origen al papel semilla, que puede plantarse. Otras se destinan a impresiones, grabados láser o cortes especiales, etc.
“Es un desafío enorme hacer productos funcionales y estéticos al mismo tiempo. No basta con reciclar la gente necesita que el producto le sirva y le guste”, afirmó.
El taller de P de Papel funciona en pequeña escala, pero su impacto es significativo. En promedio, una persona trabajando a tiempo completo puede reciclar entre 5 y 6 kilos de papel al día. Si la demanda aumenta, se suman colaboradores por producción, lo que permite ampliar la capacidad de reciclaje.
Aun así, el volumen de residuos generados en la ciudad supera ampliamente la capacidad artesanal. “Es un poco triste, porque la cantidad de papeles que se descartan es muy alta. Muchas veces debemos dejar materiales en espera hasta poder reciclarlos”, comentó.
Entre los productos más innovadores de P de Papel se encuentran las macetas biodegradables hechas de cartón y papel, diseñadas para la germinación de semillas. Una vez que la planta brota, la maceta puede enterrarse directamente en la tierra, evitando el uso de plásticos y cerrando el ciclo natural del material.
“El papel viene de los árboles, y la idea es que vuelva a la tierra sin problema. Todo lo que hacemos es compostable o biodegradable. Lo que tiene semillas germina, y lo que no, igual puede volver al compostaje”, explicó Figueredo.
Si bien P de Papel realiza talleres para Universidades, escuelas y colegios, igualmente están abiertos para realizar talleres al sector corporativo.
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