Cuando se habla de inteligencia lo primero en lo que pensamos es en la inteligencia intelectual.
Desde que Cicerón acuñara el término en latín, para referirse a la capacidad intelectual, el mundo la adoptó como la única, al punto que ha sido muy recientemente, que diversos investigadores han tenido el arrojo de decirnos que la inteligencia intelectual, no solo no es la única, sino que ni siquiera es la más importante.
Existen muchos tipos de inteligencia. De qué otra forma explicaríamos que algunas personas sean genios musicales y que apenas sepan articular palabras. O que aquel compañero de colegio con tan pocas luces ahora sea rico.
Se habla de inteligencia espacial, inteligencia musical, deportiva, artística, financiera… y por supuesto, de inteligencia emocional.
¿Por qué la inteligencia emocional ha cobrado tanta importancia en el ámbito laboral?
La definición más sencilla de inteligencia emocional habla de la capacidad para identificar, entender y manejar correctamente las emociones propias, de manera que facilite las relaciones con los demás, la consecución de objetivos, el manejo de situaciones estresantes y la superación de obstáculos.
La industria publicitaria hace tiempo entendió que manejando las emociones del público, venderle los productos que quisiera era “coser y cantar”. Y aunque el panorama ha cambiado un poco en los últimos años, las emociones siguen siendo la diana de la mayoría de las publicidades.
Las empresas llegaron más tarde a este conocimiento. Prácticamente a partir de que Daniel Goleman acuñara el término en la década de los ´90.
Desde entonces los departamentos de RRHH se permitieron darse cuenta de que un candidato con un currículum pesado en cuanto a estudios de especialización, no era más efectivo que otro cuyas habilidades como líder fueran comprobadas.
¿Qué habilidades eran estas? Capacidad para manejar las emociones propias en situaciones de cambios, insatisfacción o conflicto; capacidad para detectar en qué punto se encuentra cada persona de su equipo y cuáles son sus habilidades innatas; capacidad para sacar el mejor partido de cada una de esas personas en materia laboral; capacidad para motivar y servir de ejemplo a su equipo; capacidad para darse cuenta también de las necesidades de sus superiores y de la empresa y cómo cotejarlas con las de su equipo; capacidad para ponerse metas y conseguirlas en equipo; capacidad para seguir adelante, incluso cuando aparecen obstáculos en el camino trazado, entre otras.
Goleman nos hizo un gran favor, aislando este tipo de inteligencia. Porque si bien cada uno de nosotros tiene aptitudes que están ligadas a nuestra genética y educación, ahora sabemos que aunque no seamos muy inteligentes emocionalmente, podemos aprenderla a través de otras personas que sí la han desarrollado, como es el caso de la mexicana Adriana Macías, que este martes 21 de noviembre a las 19 horas, estará en la Conmebol, enseñando sobre aceptación, cómo aprender de los fracasos, barreras racionales y emocionales, vencer los miedos propios, el éxito en las relaciones y seguridad en uno mismo.
Si querés conocerla y aprender de ella sobre inteligencia emocional, las entradas (2x1) están disponibles en la Red UTS.
(MA)
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