Lejos de la imagen tradicional del camping rústico, Altura propone una experiencia glamping en contenedores transformados en cabañas con diseño rústico y alma moderna. Cada unidad cuenta con dormitorio, sala y comedor climatizados, y está equipada con electrodomésticos, utensilios, piscina privada, parrilla y terraza con orientación hacia el atardecer. En total, el complejo cuenta con tres cabañas independientes, cada una pensada para garantizar privacidad sin perder conexión con el entorno.
“La idea era ofrecer algo distinto, pero que a la vez cubra todas las necesidades de una estadía cómoda”, explicó Melgarejo. Y la apuesta funcionó. El “boca a boca” y el empuje del turismo interno hicieron que Altura se volviera una opción buscada por quienes buscan escapar sin tener que viajar horas. Además, el alojamiento cuenta con buena conectividad de internet, lo que permite que incluso quienes trabajan de forma remota puedan instalarse unos días con su laptop sin interrupciones.
En cuanto al público, el espectro es amplio: desde familias que buscan pasar un fin de semana distinto, hasta grupos de amigos o incluso personas que llegan solas en busca de paz. “Hay huéspedes que vienen a leer, a escribir, a pensar. Y otros que vienen a celebrar, a cocinar con amigos o a simplemente mirar el atardecer en silencio”, relató su director.
Los precios, que varían según la temporada, son competitivos dentro del segmento de escapadas premium en contacto con la naturaleza. En temporada baja, los valores arrancan en G. 450.000 por noche, mientras que en temporada alta pueden llegar a G. 1.000.000, dependiendo de la unidad y la disponibilidad.
Uno de los diferenciales más destacados por los huéspedes es la ubicación: todas las cabañas están orientadas hacia el oeste, lo que garantiza una vista despejada del atardecer cada día. “La vista es lo primero que mencionan en los comentarios”, dijo Cameron. A eso se suma la calidad del equipamiento, la privacidad del predio, la cercanía con Asunción y, para los más aventureros, la posibilidad de realizar senderismo, escalada, paseo por arroyos o fogatas bajo las estrellas.
Altura no es solo alojamiento: es una experiencia. Una pausa con estilo, donde lo industrial se vuelve cálido y lo salvaje se vuelve accesible. Un rincón del país que invita a desconectar del calendario y reconectar con lo simple: el aire puro, el sonido del monte, el aroma a leña y una postal que, todas las tardes, se pinta sola frente a tu terraza.
El futuro es prometedor. Melgarejo adelantó que ya están en fase de planificación para replicar el modelo en otras zonas del país, siempre con el mismo ADN: experiencias auténticas en armonía con la naturaleza. Porque si algo quedó claro en estos años, es que el descanso no es un lujo: es una necesidad. Y Altura vino a recordarlo.
Tu opinión enriquece este artículo: