Cousirat explicó que actualmente existen dos vacunas autorizadas contra el dengue: Dengvaxia de Sanofi Pasteur, dirigida a personas de entre 9 y 45 años que ya hayan padecido dengue previamente, confirmado por laboratorio. Sin embargo, dejó de importarse debido a su baja demanda y requisitos específicos para su administración; y Qdenga del Laboratorio Takeda, aprobada para su uso a partir de los 4 años en un esquema de dos dosis. A pesar de ser más accesible en términos de requisitos, su disponibilidad es reducida debido a limitaciones en el volumen de producción y la alta demanda global.
“Estamos expectantes de que mejore la producción de la vacuna japonesa (Qdenga) y, en paralelo, seguimos atentos al desarrollo de una tercera vacuna, de origen brasileño, del Instituto Butantan, que promete ser una solución más accesible para la región”, mencionó Cousirat. Esta última, actualmente en fase de registro, sería una alternativa viable, ya que se produciría localmente y en cantidades significativas.
El MSPBS realizó una solicitud formal en 2024 para adquirir dosis de la vacuna japonesa Qdenga. Sin embargo, según Cousirat, la respuesta refleja la limitada disponibilidad del producto. “Es un problema regional. Países como Brasil y Argentina también tienen una alta necesidad de dosis, lo que complica el acceso”, comentó.
El costo de las vacunas aún no está definido, pero cifras preliminares publicadas por la OPS estiman un precio de US$ 19,2 por dosis.
En caso de disponibilidad, las vacunas se incluirán en el calendario nacional de inmunización, priorizando a la población más vulnerable: niños de entre 5 y 14 años. “Son ellos quienes más se internan por cuadros graves de dengue, ya que es su primera exposición al serotipo 1 y 2, los más circulantes en el país”, destacó el especialista.
El país cuenta con más de 1.400 vacunatorios listos para distribuir la vacuna una vez que esté disponible. Este esquema replicaría el modelo implementado con éxito para otras enfermedades, como la fiebre amarilla.
A pesar de los avances en biológicos, Cousirat enfatizó que la vacunación es solo una herramienta dentro de una estrategia más amplia. “Eliminar criaderos de mosquitos sigue siendo fundamental. El Aedes Aegypti no solo transmite dengue, sino también chikungunya, fiebre amarilla y zika”, advirtió.
Datos del MSPBS reportan un descenso en los casos de dengue y chikungunya en lo que va de 2025, una tendencia atípica en comparación con años anteriores. Sin embargo, el director instó a no bajar la guardia. “Las lluvias constantes y las altas temperaturas crean el ambiente ideal para que los huevos de mosquito, que pueden sobrevivir hasta un año, eclosionen y reinicien el ciclo de transmisión”, alertó.
El desarrollo de vacunas contra otras enfermedades transmitidas por vectores, como el chikungunya, está en curso, pero enfrentan los mismos obstáculos: producción limitada y alta demanda. A nivel local, nuestro país carece de capacidad productiva de vacunas, lo que lo obliga a depender de importaciones.
“Es crucial fortalecer la colaboración regional, especialmente con países vecinos como Brasil y Argentina, que ya tienen experiencia en la producción de biológicos. La salud pública debe ser una prioridad compartida”, concluyó Cousirat.
Mientras tanto, el país sigue apostando por la prevención y la educación comunitaria como herramientas fundamentales en la lucha contra estas enfermedades endémicas.
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