¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Desde chico, siempre acompañé a mi padre en distintos negocios familiares, y me llamaba la atención el área comercial, ya que, de una u otra forma, todos vendemos o compramos algo diariamente, independientemente de la profesión o actividad a la que uno se dedique. Al llegar al rubro de la pintura, vimos un gran potencial en Paraguay en la década de 1990. Inicialmente comenzamos con una tienda de pinturas en Ciudad del Este, luego pasamos a ser importadores y representantes hasta convertirnos en una industria de pinturas hace más de 20 años.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
No los llamaría obstáculos, pero sí desafíos que tuve que superar, como emprender en un país nuevo, aprender el idioma y entender los procesos propios del mercado local. Esto fue algo que, en un primer momento, tuvimos que afrontar para poder desarrollarnos en Paraguay. En líneas generales, considero que el mayor desafío es mantenerse a la vanguardia del mercado y en contacto con los clientes. Estos son factores que requieren tiempo y adaptación para lograr los objetivos propuestos.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
El mayor éxito de cualquier empresario es lograr la aceptación y satisfacción de los clientes al comprar, utilizar o consumir sus productos y servicios. Siempre buscamos atender a todos los segmentos del mercado y, dentro de cada uno, alcanzar la aprobación de los clientes y consumidores de la marca, de modo que todos los participantes del ciclo comercial queden plenamente satisfechos con lo que ofrecemos. A nivel personal, considero un éxito haber logrado equilibrar el crecimiento empresarial con el desarrollo familiar, ya que muchas veces se generan conflictos por la interposición de la vida profesional con la convivencia familiar.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando iniciaba su carrera empresarial y qué le diría a otro empresario hoy?
Que los problemas siempre estarán presentes, ya sean más o menos graves, pero forman parte de nuestro día a día. Por ello, debemos enfrentarlos con determinación. Siempre que uno hace algo con amor y dedicación, tarde o temprano logra su objetivo.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Soy partidario de una intervención mínima del Estado. Su rol debe ser percibir los tributos y garantizar la posibilidad de un trabajo lícito. Cuanta menos burocracia genere el Estado para las empresas, más fructíferos serán los resultados. El sector privado es y siempre ha sido muy competitivo, por lo que una menor interferencia estatal permite un desarrollo más avanzado y rápido del sector privado.
Lo que reclamaría es la eliminación de los trámites engorrosos y repetitivos en distintas instituciones públicas, ya que generan una pérdida de tiempo para el sector privado y dificultan el desarrollo de sus actividades.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Generalizar es complicado. Como en todas las profesiones y en distintas partes del mundo, hay buenos y malos empresarios. Sin embargo, una característica positiva que destaco es que, en su mayoría, son personas comprometidas con su rubro, trabajadoras y con un espíritu de progreso.
En cuanto a los defectos, noto que algunos empresarios tienen una actitud conformista. Una frase que no me gusta escuchar es: “Así nomás, estamos en Paraguay”, cuando se usa con una connotación negativa. En realidad, para mí, “estamos en Paraguay” es algo sumamente positivo. Es un país que permite trabajar, emprender y crecer, sin catástrofes naturales y con un clima favorable para el desarrollo de diversas industrias. Entonces, el mayor defecto que veo es la falta de confianza en el país.
¿El empresario actual debe tener formación profesional relacionada con los negocios?
Totalmente. Más que una formación profesional formal, debe ser autodidacta y estar informado sobre políticas nacionales e internacionales, balanza monetaria, avances tecnológicos y científicos. Esto le permitirá interpretar datos y tomar decisiones acertadas en el momento oportuno, según su rubro.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
Un libro que me gustó mucho fue Intensificando la luz interior, del autor Paulo Hayashi, basado en La República de Platón. Me parece importante porque habla de la coherencia entre la imaginación y los sueños con la lógica. Debe existir una correspondencia entre lo cognitivo y lo científico para que un proyecto sea viable.
¿Cuál es su recomendación para mantener motivado a su equipo?
Un equipo se mantiene motivado cuando se siente valorado por la dirección y cuando sus ideas son escuchadas. Existen reglas y principios básicos que no son eternos, sino que pueden modificarse con el tiempo. Muchas veces, esas ideas o sugerencias provienen de quienes están en la primera línea de trabajo: los miembros del equipo.
Por ello, el líder debe escuchar, filtrar y analizar las ideas para decidir si es conveniente implementarlas o no.
¿Cómo lidia con el estrés que genera la actividad empresarial?
Cuando uno hace lo que le gusta y le apasiona, la carga de estrés es menor. No obstante, si en algún momento me siento cansado o sobrecargado, busco un espacio de descanso, me desconecto y recargo energías.
Siempre debemos recordar que no existe obstáculo o problema que no pueda superarse. Es cuestión de respirar, pensar y actuar. El estrés por sí solo no contribuye a la solución de los conflictos.
¿Alguna frase que lo defina?
La principal frase que utilizo en casi todas las reuniones es: “Hacer lo básico bien hecho”. Si no cumplimos con lo fundamental, si la base no es sólida, todo lo demás pierde sentido.
Una vez que logramos hacer bien lo básico, debemos ir mejorando y perfeccionando, pero sin olvidar que lo principal es cumplir con lo esencial que se espera de nosotros.
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