“Este aumento es un golpe al incipiente mercado hipotecario, el más atrasado de la región, por lejos”, afirmó Francisco Gómez, director ejecutivo de Fortaleza de Inmuebles y presidente de ERA Real Estate.
La decisión de la AFD fue calificada por Gonzalo Faccas, socio director de Eydisa y miembro del consejo de la Cámara Paraguaya de Desarrolladores Inmobiliarios (Capadei) como “muy grave para un sector sumamente sensible al aumento de cuotas”, aunque la atribuyó a una coyuntura global antes que particular de Paraguay.
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“Es una lástima, porque a medida que aumentan las tasas, también suben las cuotas y eso hace que menos personas puedan acceder al crédito hipotecario. Pero esto responde a una situación que está atravesando el mundo post pandemia. Se tomaron tantas medidas para reactivar la economía que se generó una inflación y ahora se están aplicando decisiones para enfriarla, y eso hizo que las tasas subieran en todo el mundo”, agregó.
La agencia financiera oficial subió 1 punto porcentual las tasas para primera vivienda y 1,5 para Mi Casa. Con esto, la tasa AFD para primera vivienda en el primer rango (hasta cuatro salarios mínimos) es del 5% y lo máximo que pueden cobrar los bancos, financieras y cooperativas es 7,9%.
En el segundo rango (para quienes ganan entre cuatro y siete salarios mínimos), la tasa AFD es del 6% y lo máximo que pueden cobrar las entidades financieras es 9,9%. Para Mi Casa la tasa AFD es 8,4%, pero en este caso el spread que los bancos le van a sumar se negocia con el cliente.
El problema es otro
La cuestión trasciende lo referente a las tasas, aseveró Gómez. “Creo que lo que falta mejorar son las garantías para administrar los riesgos y para generar una base mayor de sujetos de créditos. Incluso diría que eso es más importante que la discusión sobre tasas” manifestó.
El desarrollador reiteró que si bien las subas de referencia pueden ser influyentes, se debe tener en cuenta que con los porcentajes anteriores tampoco se generaba esa base y que el mercado siempre estuvo apalancado en los inversores.
“Eso no es sano para un mercado inmobiliario que necesita esos consumidores finales para los dos destinos: para que el desarrollador siga generando productos que terminen en manos de los consumidores finales y para que la gente de todas las clases socioeconómicas puedan acceder a la vivienda, que es un derecho universal”, sostuvo.
¿Qué hacer en un país en el que existe un déficit habitacional de 200.000 viviendas? “Lo más utópico es la bancarización de una porción más grande del mercado, pero también hay que generar mecanismos de garantías estatales que les permitan a las instituciones privadas tener a quien reclamar en caso de no pago”, apuntó Gbómez.
Se trata de un problema que necesita de políticas públicas para revertirlo. El referente del gremio mencionó que muchos interesados en comprar una casa no tienen cómo demostrar lo que ganan porque son prestadores de servicios independientes que no emiten factura –y no pueden demostrar sus ingresos- porque, entre otros factores, la formalización es costosa en burocracia.
“Hay ejemplos de cómo solucionarlo. En Perú podés demostrar tu capacidad de pago de vivienda mostrando tus 12 últimos alquileres. En Bolivia se le exige a la banca privada destinar un porcentaje de crédito al préstamo destinado a la promoción de la vivienda. Entonces los bancos se desesperan por dar créditos. Acá el banco no tiene ese apetito, ni siquiera fondos colocados a largo plazo, por lo que no presta a largo plazo”, indicó.
Faccas insistió en que la suba de tasas “es inevitable, salvo que haya una decisión relevante del Gobierno de entender, de una vez por todas, que una muy buena alternativa para desarrollar la economía es apoyar más al sector de la construcción, algo que no se ha dado ni en esta administración ni en la anterior; todos los países desarrollados siguieron el camino de reactivar la economía a través del crédito hipotecario”.
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