¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Me inscribí en el Registro Público de Comercio como comerciante en 1974. Mi primer negocio del rubro familiar fue del ramo bazar en el Mercado 4, que considero mi gran universidad de la vida. Mi otro negocio inicial fue el de empresario de transporte público de pasajeros, que desarrollé desde 1973 hasta 1983.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
En la época en la que comencé no había respeto a la iniciativa juvenil y sí una carencia total de créditos para emprendedores.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
La posibilidad de crear oportunidades de aprendizaje y desarrollo para miles de colaboradores y más, así como también posibilidades de negocios para nuestros clientes.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Recibí muchos consejos, entre valiosos y maliciosos, y de todos ellos aprendí. Pero cualquier consejo no serviría sin la propia experiencia, aunque esta última siempre es la más costosa.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Por un lado, es un excelente aliado desde el punto de vista de las posibilidades y, al mismo tiempo, hay pocas limitaciones para emprender. Pero también persiste ese ímpetu represor cuando en la actualidad el espíritu debería ser de colaboración mutua, promocionando las bondades de la formalización, facilitando el acceso a ella a todos, sean empresarios o -más aún- emprendedores.
Antes que reclamar propongo incluir en la educación básica materias como emprendedurismo, educación financiera y fiscal, resaltando a través de ellas las bondades que ofrecen para el crecimiento de las personas y de un país inmensamente rico como el nuestro.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Emprender y gestionar la relación con el Estado requiere coraje; de esto vive el empresario paraguayo. Y en cuanto a defectos, observando hoy un poco el pasado, es la carencia de confianza en los jóvenes. Con mucha pena veo imperios empresariales deshacerse por falta de una oportuna acción para la sucesión de la gestión. Me atrevo a comparar la gestión empresarial con la de un equipo de fútbol, que requiere constantes cambios, incorporar talentos jóvenes para la supervivencia.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Por mi propia experiencia, y observando el mundo empresarial, más que formación profesional el empresario debe tener mucho arrojo, para experimentar por sí mismo el camino, porque a veces conocer demasiado es temible. Pero también hoy la profesionalización del empresario es muy necesaria; los tiempos cambian muy rápido y tener los conocimientos al día permite esa flexibilidad para adaptarse a los cambios cada vez más rápidos en esta época de la digitalización.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
El Vendedor Más Grande del Mundo, de Og Mandino, me ha inspirado, aunque recomiendo más leer Padre Rico, Padre Pobre, de Robert Kiyosaki y Sharon Lechter, por su brevedad y claridad, más aún cuando, lastimosamente, no somos muy adictos a la lectura.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Considero fundamentales la confianza y la cercanía, y también la adaptación a los tiempos actuales en cuanto al equilibrio entre vida y trabajo. Asimismo es importante que el colaborador se sienta parte importante de la empresa y que su aporte sea reconocido; recordemos que hoy tienen el poder de despedir al patrón de su vida laboral, gracias al poder y a la libertad que tienen y a la globalización de las redes sociales.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Vivir es estresante; entonces, lidiar con la actividad empresarial es anexar o adicionar más una forma de vida, que bien gestionada hasta es divertida. Como le digo a mis hijos: Cuando te gusta lo que hacés, no es trabajo.
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