Ivonne Larrieur, propietaria de CacaoLab, quienes fabrican chocolates artesanales comentó que actualmente están teniendo un incremento de producción “nuestro volumen es de 2.400 kilos de chocolate al año aproximadamente. Para ser un Bean to Bar artesanal es interesante, pero lo principal para nosotros es mantener la calidad, la trazabilidad y el propósito detrás de cada línea”.
El concepto Bean to Bar “del grano a la barra” implica controlar todo el proceso productivo, desde la selección del cacao hasta la elaboración del chocolate final, garantizando la pureza y el origen ético de la materia prima.
La marca cuenta con cinco líneas de productos bien definidas, clásica, donde se encuentran las combinaciones tradicionales de cacao; funcional, enfocada en el bienestar y los beneficios nutricionales; circular, una línea sustentable que aprovecha ingredientes rescatados; personalizada, con chocolates hechos a medida; y repostera, destinada a profesionales y aficionados de la pastelería.
A nivel nacional, sus productos están presentes en tiendas, supermercados, hoteles y canales corporativos. En el ámbito internacional, la marca ya envió muestras a Taiwán como parte de una estrategia de posicionamiento en el segmento premium, con miras a abrir nuevos mercados.
“El crecimiento es sostenido estamos teniendo entre 35% y 45% anual en ventas, impulsado por lanzamientos, degustaciones y alianzas comerciales. Estamos creciendo paso a paso, sin perder nuestra esencia”, subrayó Larrieur.
En noviembre CacaoLab lanzará la línea completa de chocolates funcionales y circulares, reafirmando el compromiso con la innovación y la sostenibilidad. “En CacaoLab, más allá del producto, buscamos generar una experiencia sensorial y consciente. Cada tableta cuenta una historia, desde el productor hasta el consumidor”, afirmó Ivonne.
Del otro lado del país, en Ciudad del Este, Noélia Álvarez, CEO de Nature Fit, del segmento de alimentos saludables. “Empezamos en 2014 en Ciudad del Este, cuando casi no existían productos naturales a base de avena o mantequilla de maní sin azúcar ni conservantes”, contó.
Hoy, la empresa procesa entre 2.500 y 3.000 kilos de maní por mes, adquirido semanalmente para asegurar frescura y control de calidad. Con tres líneas principales mantequillas, maní kuʼí, snacks saludables y bakery. La línea de snacks incluye almendras bañadas en chocolate y caramelizadas con eritritol, aptas para diabéticos, mientras que la línea Bakery ofrece brownies, cookies y trufas sin azúcar, sin gluten y sin conservantes, elaboradas con avena o harina de almendras.
“Nuestro consumidor cambió después de la pandemia; hoy prioriza más su salud y bienestar, busca productos más naturales y conscientes. Eso nos motivó a relanzar la línea Bakery, con la que apuntamos directamente al consumidor final a través del e-commerce y las cafeterías”, explicó Noélia.
El crecimiento anual ronda entre el 10% y el 15%. La empresa distribuye sus productos en los principales supermercados del país gracias a una alianza con una distribuidora de alimentos, pero el foco está en llegar “a cada rincón del Paraguay” antes de dar el salto internacional.
“Muchos paraguayos en el exterior nos cuentan que llevan sus frascos de mantequilla de maní o su maní kuʼí cuando viajan, porque no hay otro igual en el mundo. Nos encantaría exportar en el futuro, pero por ahora queremos fortalecer nuestro mercado local”, comentó Álvarez.
Ambas marcas coinciden en que el consumidor paraguayo cambió. Hoy busca información, valora la transparencia y está dispuesto a pagar más por un producto que refleje bienestar y sostenibilidad. La tendencia, que ya se observa en ferias, góndolas y redes sociales, muestra un crecimiento sostenido del consumo consciente, un segmento que combina alimentación saludable, origen ético y experiencia gourmet.

Tu opinión enriquece este artículo: