Bolivia enfrenta una de sus peores crisis económicas en décadas. La caída de aproximadamente el 50% en la producción de carburantes, petróleo y gas —productos clave para su economía— ha limitado su capacidad para generar divisas. Esto, sumado a la falta de inversiones tras la nacionalización de los recursos energéticos en años anteriores y a los subsidios que mantuvieron precios artificialmente bajos, derivó en la pérdida de mercados y en una drástica reducción de ingresos.
El gobierno boliviano, ante la escasez de dólares necesarios para importar combustibles y sostener subsidios sociales, implementó medidas como el retorno al home office y las clases virtuales para reducir el consumo interno de energía. Sin embargo, la demanda de dólares persiste, especialmente para operaciones de comercio exterior, vitales para su economía.
Según Mendoza, los bolivianos compran criptoactivos en Bolivia con pesos bolivianos, los trasladan a Paraguay y los intercambian por dólares en efectivo a través del mercado paralelo. Posteriormente, esos billetes son llevados de vuelta a Bolivia, alimentando una fuga que drena la liquidez del sistema cambiario paraguayo.
“Es difícil cuantificar el monto exacto, pero estas operaciones se realizan al margen de los canales legales. El mercado paralelo en Paraguay es enorme: representa cerca del 50% de la economía, según estudios como el de Sebastián Acha”, señaló Mendoza. Este flujo irregular no solo evade los controles formales, sino que perjudica al comercio legal y debilita la estabilidad del mercado de cambios local.
La salida de dólares en efectivo hacia Bolivia reduce la disponibilidad de la moneda en Paraguay, presionando al alza su cotización. Además, este fenómeno refuerza las actividades informales, que ya operan a gran escala. “El sistema financiero pierde liquidez y esto afecta a todos, desde importadores hasta el ciudadano común que busca acceder a dólares”, agregó el representante de las casas de cambio.
Las autoridades paraguayas enfrentan el desafío de controlar un mercado negro arraigado, mientras Bolivia intenta contener una crisis que no da señales de mejora. Mientras tanto, los criptoactivos siguen siendo un eslabón clave en esta cadena, facilitando transacciones que evaden regulaciones en ambos países.
Tu opinión enriquece este artículo: