Así es como este concepto empieza a tomar forma: crear y aprender a volver a escribir o dibujar, pero desde una perspectiva más libre y sin reglas, surge como una especie de catarsis y autoconocimiento, ideal para realizar en compañía o en soledad. Con esta premisa, . Regina Rivas y Mali Jara crearon el Club de artistas frustrados, porque —como afirman— todos llevamos nuestro ser artístico dentro.
“Vimos que en Asunción no hay muchas opciones para realizar actividades creativas donde la gente pueda expresarse. Fue así que decidimos crear el Club de Artistas Frustrados: un espacio seguro para que las personas se conecten nuevamente con su lado creativo”, relató Regina Rivas.
Regina recordó aquellas primeras clases en la escuela en las que se permitía pintar sin un rumbo fijo y cómo, con el tiempo, “nos dicen que tenemos que dibujar bien”, expresó. “Es ahí cuando empieza la frustración y uno deja de pintar y de buscar. En el club recibimos personas que dicen que no habían tocado un pincel o un lápiz en años, incluso 20 años, y lo lindo es que aquí vuelven a conectar con los materiales y con su creatividad”, contó.
El Club de Artistas Frustrados se realiza un sábado al mes, durante dos horas, con un cupo reducido de entre 15 y 20 personas. No se exige técnica, talento ni experiencia previa. Los pinceles, pinturas y materiales están incluidos, y cada participante recibe acompañamiento para soltarse, sin juicios ni consignas.
“Es un espacio libre. A veces damos ideas si alguien lo pide, pero en general trabajamos desde lo que cada persona trae emocionalmente. Si a alguien le gustan las plantas, le animamos a que pinte plantas. Si está pasando por algo, le invitamos a plasmar eso. La conexión siempre es personal”, explicó Rivas.
El club no solo ofrece una experiencia artística, sino también terapéutica. El simple acto de manchar un lienzo, mezclar colores y ver surgir algo propio es, para muchos, una forma de sanación.
“En estos tiempos de hiperproductividad, de vivir corriendo, encontrar estos espacios es fundamental. La gente necesita salir de la rutina y conectarse consigo misma”, afirmó Regina.
El Club de Artistas Frustrados ya lleva más de 10 ediciones y su demanda sigue creciendo. “Nos piden que hagamos más encuentros al mes, pero como todo lo hacemos a pulmón y con mucho cuidado, seguimos con uno mensual para garantizar la calidad y la experiencia”, señaló.
Las actividades se realizan en distintos espacios de la ciudad —Consulado Café, Koggi, Herken, Patio Miller—, cada uno con una atmósfera única. El costo por actividad es de G. 150.000 e incluye todos los materiales, además de picadas o meriendas, que varían según el lugar. “A veces hay cerveza o jugos, depende del espacio, pero siempre hay algo para acompañar el momento”, agregó Regina.
Tu opinión enriquece este artículo: