“El fideicomiso es un contrato donde alguien nos da instrucciones específicas para administrar un bien. Puede ser dinero, un inmueble, una marca o hasta derechos intelectuales”, resumió Fuchiwaki. La financiera, en este caso, asume el rol de fiduciario, es decir, el encargado de manejar esos activos respetando lo pactado.
Aunque la ley que regula los negocios fiduciarios está vigente desde 1996, el interés por este tipo de instrumentos se disparó en los últimos años, especialmente con el auge del sector inmobiliario. “Es un instrumento bastante conocido ya en el mercado paraguayo, pero su desarrollo fue mucho mayor con el boom inmobiliario. Se usa mucho para administrar proyectos o loteamientos, pero también está creciendo en planificación patrimonial”, destacó.
Uno de los usos más comunes hoy en día es el fideicomiso de garantía, que en muchos casos puede funcionar como alternativa o complemento a la hipoteca tradicional. “Tiene un costo mucho más competitivo y ofrece otras ventajas. Por ejemplo, mientras una hipoteca suele ser a veinte años, con un fideicomiso podés llegar a treinta”, detalló el director.
No todo se limita a negocios o inversiones, porque cada vez hay más personas que lo utilizan para planificar la herencia o proteger sus bienes personales. “Muchos clientes vienen buscando una forma de ordenar sus asuntos familiares, no solo en vida, sino también pensando en qué va a pasar después. Ahí el fideicomiso se vuelve una herramienta muy útil, sobre todo frente a posibles riesgos jurídicos o financieros”, agregó.
Desde la firma explican que también hay fideicomisos diseñados para proteger marcas, obras o incluso emprendimientos que están en crecimiento. “El contrato puede contemplar lo que el cliente necesite. Lo importante es que se respete la voluntad del que constituye el fideicomiso”, señaló Fuchiwaki.
La confianza y la transparencia son fundamentales en este tipo de operaciones, y en eso, la Financiera Paraguayo Japonesa se apoya en una trayectoria de más de 30 años, armonizando valores culturales japoneses y paraguayos. “Somos un tercero entre las partes, y eso da tranquilidad. Cuando no hay una relación directa entre las personas involucradas, nuestro rol es garantizar que todo se cumpla como está establecido”, explicó.
Además de brindar seguridad jurídica, este tipo de contrato ofrece beneficios tributarios, mantiene la confidencialidad y permite que los bienes involucrados queden protegidos de embargos o conflictos.
“El fideicomiso es un vehículo flexible. Cada vez más personas lo entienden y se animan a usarlo para ordenar su patrimonio, emprender un proyecto o simplemente estar tranquilos sobre lo que van a dejar a sus hijos”, cerró Fuchiwaki.
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