El proyecto está liderado por el Observatorio Europeo Austral (ESO, por su nombre en inglés: European Southern Observatory), una organización científica internacional integrada por 16 países. Su instalación en Sudamérica responde al hecho de que los cielos del norte chileno son considerados entre los más claros y estables del planeta para la observación astronómica.
En concreto, el ELT se está construyendo en el Observatorio Cerro Armazones, a más de 3.000 metros de altura. Las condiciones geográficas y climáticas de esa zona permiten un nivel de visibilidad imposible de igualar en otras latitudes. Eso convierte a Chile (y por extensión, a Sudamérica) en un territorio fundamental para la ciencia global.
El telescopio no es solo un logro por su tamaño. Su espejo, compuesto por 798 segmentos hexagonales perfectamente alineados, permitirá captar 13 veces más luz que los telescopios ópticos actuales y observar objetos celestes 25 veces más pequeños que lo que se logra con los instrumentos en funcionamiento hoy.
Según explicó el ESO a través de sus canales oficiales, el ELT estará equipado con sistemas de óptica adaptativa capaces de corregir en tiempo real las distorsiones generadas por la atmósfera terrestre. Esto significa que las imágenes que obtendrá serán casi tan nítidas como si se tomaran desde el espacio, una capacidad que hoy solo ofrecen telescopios espaciales como el Hubble o el James Webb.
Entre los principales objetivos científicos del ELT figuran el estudio de exoplanetas (planetas que orbitan otras estrellas), la observación de galaxias distantes, el análisis de la materia oscura y la investigación sobre el origen y expansión del universo.
Pero tal vez el desafío más ambicioso es intentar responder si existe vida fuera de la Tierra. Con su capacidad para detectar y analizar atmósferas de exoplanetas, el telescopio permitirá buscar indicios de componentes químicos asociados a la vida, como oxígeno o metano.
El proyecto es considerado por los expertos como uno de los hitos más relevantes para la astronomía de las próximas décadas. De hecho, no solo representa un avance para la ciencia, sino también un motivo de orgullo para la región.
“Sudamérica, y en particular Chile, se consolida como un actor central en la exploración del universo”, expresó el ESO en un comunicado oficial. “La instalación de estos instrumentos genera además un efecto positivo en el desarrollo científico local, la formación de talentos y la cooperación internacional”.
El Telescopio Extremadamente Grande forma parte de una red de instalaciones científicas de primer nivel que ya funcionan en la región, como el Very Large Telescope (VLT), también ubicado en Chile. Según fuentes oficiales, el ELT está proyectado para comenzar operaciones dentro de esta década.
El impacto del proyecto va más allá de lo estrictamente astronómico, ya que implica inversiones millonarias, creación de empleos especializados y el posicionamiento de Sudamérica como centro de innovación tecnológica y científica.
Mientras tanto, la estructura continúa tomando forma en el desierto, con trabajos de ingeniería de altísima precisión. Cuando finalmente esté operativo, el ELT no solo nos ofrecerá las imágenes más detalladas del cosmos jamás obtenidas desde la Tierra, sino que también abrirá nuevas puertas para entender de dónde venimos y hacia dónde va el universo.
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