El último informe de riesgos globales del Foro Económico Mundial clasifica y prioriza, según su grado de severidad, 10 situaciones; y las dos primeras son los efectos del cambio climático y la meteorología extrema, algo que en Paraguay y en la región se manifiestan como una preocupante actualidad.
Al respecto, WWF Paraguay recuerda que desde el 2019, y de forma consecutiva, nuestro país ha sido severamente afectado por incendios de grandes magnitudes que han requerido elevados esfuerzos para su control; estos han afectado a la integridad de las comunidades locales, las áreas productivas y los recursos naturales.
“De gran impacto y en toda la extensión de nuestro país han afectado ambas regiones, La Occidental o Chaco y la Región Oriental. Si bien los incendios pueden ocurrir de forma natural y algunos ecosistemas naturales incluso están adaptados y se recuperan posteriormente, la severidad, magnitud y frecuencia atípica de los mismos afectan fuertemente al territorio, sus habitantes, áreas productivas y a la naturaleza”, resalta la organización.
Costo actual y a futuro
Enrique Duarte, presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) sostuvo que es muy difícil todavía cuantificar los daños que la situación actual causará a la economía. “Por la sequía se está hablando de una caída del PIB de 0,2% al 0,3%. Los resultados los vamos a tener después, las predicciones son muy difíciles de ser realizadas cuando nos encontramos con fenómenos como este, que no tenemos control”, señaló.
Otro problema atribuible al clima es el causado por el estiaje de los ríos. “Cuando tomemos un período completo de un año sin problemas con otro sin problemas, sí podremos tener estadísticas reales. Lo mismo digo con respecto a la producción agrícola y con la producción asociada, como el caso de la industria del aceite. Una vez pasado este fenómeno vamos a poder evaluar, pero tenemos claro que los efectos serán negativos”, remarcó.
Verdad y consecuencias
Uno de los fenómenos má sdañinos del panorama actual son los incendios. Para Raúl Gauto, presidente de Forestal Sylvis y titular de la Fundación Moisés Bertoni, el problema se debe, en parte, al cambio climático, pero también a la mayor actividad en el campo.
“Esto tiene un doble origen, uno es el cambio climático, que está acercando más los fenómenos cíclicos, que antes eran cada 30 o 40 años; pero ahora estamos viendo que eso se está dando más continuamente. En segundo lugar, la mayor actividad en el campo hace que haya más peligros para la generación de fuego incontrolado”, recalcó.
Por su parte, Duarte dijo que si bien se habla de que la actividad agrícola a gran escala y la ganadería han contribuido a la actual crisis ambiental al desforestar para ganar terreno para sembradío y pastura, “mirando las estadísticas a nivel mundial y viendo la historia de los últimos 60 o 70 años, hemos notado períodos similares en condiciones de deforestación diferentes”.
El titular de la UIP sostuvo que “hay que mirar como un todo, no solo a nivel país, sino también a nivel mundial cómo cambió el clima por la agresión del hombre a la naturaleza; yo no soy un especialista en temas ambientales pero los expertos dicen que, efectivamente, la deforestación tiene efectos sobre el cambio climático”.
WWF y otras organizaciones aliadas llevan adelante acciones que buscan: fortalecer la capacidad local en la lucha contra los incendios forestales, mejorar el monitoreo y combate de incendios, crear brigadas forestales locales, adquirir equipos para el combate, relevar información técnica para conocer la respuesta de las comunidades vegetales afectadas con el fuego y, campañas de prevención y sensibilización sobre los incendios forestales.
A su vez, Gauto agregó que es necesario diseñar un modelo para educar y formar a la gente en cuanto a este problema, pero remarcó que “también tenemos que empezar a castigar a los culpables, y ahí toda la ciudadanía tiene que ayudar a determinar quién es culpable de estar quemando basura, o estar quemando cubiertas, o quemando algo en su terreno, que al final se convierte en un peligro para comunidades enteras”.
El escenario, sin embargo, seguirá siendo preocupante. El Reloj del Apocalipsis, un instrumento creado para graficar cuán cerca estamos del cataclismo final (la hora 24), muestra que en 2021 estuvimos a 100 segundos de la devastación total, situación límite a la que llegamos en 2020. Y el clima está cabeza a cabeza con el riesgo nuclear como las principales causas de nuestro acercamiento al final de los días.
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