En esta conversación, nos dejó su visión sobre el liderazgo, el crecimiento del sector financiero, los aprendizajes que marcaron su carrera y cómo logra equilibrar la exigencia profesional con el disfrute de su tiempo personal.
¿Cuál considera que es la principal habilidad que todo gerente debería tener y, si no, desarrollar?
Considero que la cercanía al equipo de trabajo, la cercanía real, estar presente con los equipos para poder entenderlos, conectar y, sobre todo, para dar un feedback asertivo y constructivo, porque esto nos permite desarrollar nuestra capacidad de escuchar, de comprender las necesidades de los demás, el entorno y, sobre todo, me da la oportunidad de poder transmitir claramente los mensajes a cada integrante del equipo.
¿Qué es fundamental para liderar un equipo?
Definitivamente, la comunicación clara y transparente. Es tan importante poder lograr sintonizar, encontrar ese hilo conductor entre el propósito de la empresa y el propósito personal de quienes forman parte del equipo de trabajo. Si eso se logra, es la clave del éxito, porque un líder debe tener esa capacidad de poder transmitir, mostrar la visión, los objetivos, de manera que todos puedan comprender el rol que ocupan en una organización y cómo su trabajo aporta a construir ese sueño del cual todos formamos parte, ese propósito que nos une.
¿Cuál es su filosofía de trabajo?
Mi filosofía se basa en la coherencia, el liderazgo colaborativo —que es muy importante— y, por supuesto, la ética. Es fundamental que los actos que realiza el líder reflejen lo que dice. Hay una frase muy poderosa que dice que nuestros actos deben hablar más fuerte que nuestras palabras. Esa frase la tengo de cabecera, porque si realmente queremos inspirar, si realmente queremos lograr que nos oigan, primero debemos ser nosotros elegidos. Entonces, la coherencia es clave, al igual que el liderazgo colaborativo.
Ahora todos dentro del equipo pueden aportar, todos tienen que sentirse valorados, que las puertas siempre están abiertas y que realmente pueden contribuir a generar cambios dentro de la organización. Y, por supuesto, la ética no es negociable, porque para poder exigir, nosotros tenemos que ser.
¿Cómo ve el crecimiento del rubro? ¿Qué expectativas tiene para este año?
El pronóstico, sobre todo en esta industria, es alentador, es prometedor. El crecimiento esperado para este año nuevamente está en niveles muy satisfactorios. Sin lugar a dudas, los grandes protagonistas dentro de nuestro sector son la digitalización y la inclusión financiera, de la que todo el mundo habla, y de donde se están abriendo muchas oportunidades y ampliando los accesos a servicios para muchos compatriotas. Entonces, el crecimiento va a ser importante, puntualmente para nosotros, y pretendemos seguir creciendo a los mismos niveles de los últimos tres años.
¿Qué momento de su vida marcó un aprendizaje importante en su carrera?
Yo creo que el aprendizaje es continuo. Nosotros somos las decisiones que vamos tomando, y esto lo hacemos todo el tiempo, constantemente. Por ello, tenemos que estar siempre preparados, informados, para poder identificar esas oportunidades y que nuestras decisiones sean las más asertivas.
Pero, si tuviera que mencionarte un momento de aprendizaje profundo, te diría que, por más duro que sea el momento, por más obstáculos que se puedan presentar en determinadas situaciones, nunca hay que parar. Siempre hay que seguir avanzando. Pueden presentarse días muy malos, situaciones súper complejas que a veces nos parecen insuperables, pero todos los días amanece, así que es una nueva oportunidad para poder salir y conquistar.
¿Cuál considera que es su mayor fortaleza y debilidad?
Creo que mi principal fortaleza es la capacidad de adaptarme a los cambios, la capacidad de poder convivir con ellos, de poder ver más allá del momento actual y actuar en consecuencia, pero sin perder de vista el objetivo final.
A veces hay momentos que hacen que tengas que dar un pequeño giro de timón o cambiar algunas cosas, pero son necesarias siempre y cuando el objetivo final no se haya perdido de vista.
En cuanto a la debilidad, soy demasiado exigente conmigo misma y muchas veces eso lo traslado a los demás, y a veces no suma en las relaciones. Es algo que trabajo constantemente y ahora, después de acumular experiencia, lo hago de forma más consciente para poder encontrar y mantener el equilibrio que necesitamos.
¿Un libro o podcast que todo ejecutivo debería leer o escuchar?
Amo los dos últimos libros que leí y que sigo leyendo cada tanto. Me enseñan muchas cosas y se adaptan tanto al día a día que vivimos, al día a día acelerado. Me encantan Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen R. Covey, y el otro es Cabeza, corazón y manos, de Álvaro González-Alorda.
¿Cuál es su pasatiempo favorito?
Disfruto muchísimo pasar tiempo con mi familia. Ya mis hijos están grandes, a veces cuesta un poco más coincidir todos, por eso disfruto mucho cuando podemos hacerlo. Y si podemos hacerlo viajando, mucho mejor aún, porque ellos son los que me recargan de energía, de la energía que necesito para seguir adelante.
¿Qué es lo último que hace siempre cuando termina de trabajar?
Trato, por lo menos camino a casa, de repasar los principales logros del día, las principales actividades que me consumieron más tiempo, para saber si realmente aquello a lo que le dediqué tiempo contribuyó a los objetivos que tengo y a mis prioridades.
Dependiendo de la reflexión o del resultado que obtenga de ese repaso, entro al día siguiente de otra manera —o de la misma manera también—, pero trato de hacer un checklist para asegurarme de que le dediqué tiempo a lo importante.
Hoy en día naturalizamos que lo urgente es igual a lo importante, entonces es un desafío constante poder priorizar realmente lo importante.
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