La temporada de cultivo de este año estuvo plagada de complicaciones. Según Leonardo Montanía, productor de San Pedro, las variaciones en las precipitaciones y las altas temperaturas causaron estragos en los cultivos. “Varias parcelas se secaron, pero las que quedaron en pie ya están dando choclo, y las familias tienen para su chipa guasú. Es una alegría ver que el esfuerzo da frutos, a pesar de todo”, comentó. Las mazorcas obtenidas no solo simbolizan la resiliencia de las familias campesinas, sino también su compromiso con la producción sostenible, que les permite superar incluso las adversidades más extremas.
Además de su importancia económica, el maíz juega un rol clave en la sostenibilidad de las granjas. Las hojas y cáscaras se utilizan como forraje para el ganado, mientras que los granos sirven para alimentar a cerdos, aves y otros animales de corral. Este aprovechamiento integral de los recursos permite a las familias reducir costos y generar ingresos con menos desperdicios.
En este contexto, el proyecto interinstitucional Avatiky, articulado por la Unión de Gremios de la Producción (UGP), se convirtió en un pilar fundamental para las comunidades agrícolas de San Pedro y otros departamentos como Itapúa, Alto Paraná, Caaguazú y Canindeyú. Este programa apoya a la agricultura familiar mediante la distribución de semillas de alta calidad, capaces de soportar condiciones adversas.
Ricardo Rian Sosa, integrante de la coordinadora agrícola de Avatiky para su sede en San Pedro, explicó que este año se distribuyeron alrededor de 3.000 bolsas de semillas a más de 3.000 familias en la región. “Cada bolsa de semillas está diseñada para cubrir 1 hectárea, lo que equivale a aproximadamente 60.000 semillas por bolsa. Esto permite obtener entre 52.000 y 55.000 plantas por hectárea, dependiendo de las condiciones”, explicó.
Según detalló, los productores adoptaron diversas estrategias para maximizar el rendimiento de las semillas distribuidas. Algunos sembraron inmediatamente después de recibirlas, mientras que otros esperaron a que las lluvias fueran más regulares. “Este enfoque escalonado ayudó a que las familias pudieran sortear mejor los efectos de la sequía prolongada. Ahora, con las lluvias recientes, la humedad del suelo logró recuperarse en cierta medida y se espera un alivio para los cultivos restantes”, agregó.
Hay que considerar que el maíz, además de ser un alimento esencial para las familias, es una fuente de ingresos fundamentales. Los productores de San Pedro venden sus mazorcas principalmente en mercados locales, aunque en ocasiones los choclos son recogidos por camiones para ser comercializados en ciudades más grandes como San Pedro, Choré y Asunción. “La mayoría de los productores comercializan directamente en sus zonas, lo que fomenta la economía local. Sin embargo, cuando hay excedentes, estos llegan a los mercados urbanos, especialmente en esta temporada de alta demanda”, comentó Sosa.
El auge de las festividades de fin de año incrementa significativamente la demanda de maíz, utilizado principalmente para preparar chipa guasú, un platillo tradicional que simboliza unión y sabor en las mesas paraguayas. Este período de ventas representa para los agricultores una oportunidad de generar mayores ingresos, consolidando así la estabilidad económica de sus hogares.
El impacto de las lluvias recientes renovó las esperanzas de los agricultores para las próximas cosechas. “Esperamos que las condiciones continúen mejorando y que podamos seguir trabajando juntos para fortalecer nuestra producción. Lo importante es que las familias sigan viendo resultados y puedan mantener la estabilidad económica y alimentaria”, concluyó Sosa.
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