Néstor Zarza, presidente de Avipar explicó que, si bien la suspensión de importaciones desde Brasil por parte de países como México puede representar una oportunidad comercial para nuestro país, no se trata de un proceso inmediato. “Antes de hablar de nuevos destinos, hay que habilitar los mercados, como lo estamos tratando de hacer con Taiwán. Es un proceso largo y técnico. Además, la suspensión de Brasil puede ser temporal si controlan el foco rápidamente”, afirmó.
Zarza también advirtió que, más allá del posible beneficio exportador, hay una amenaza concreta para la producción local: una eventual caída de precios en el mercado brasileño por el exceso de oferta podría generar una entrada masiva de productos brasileños, legales o de contrabando, presionando a la baja los precios internos. “Eso genera asimetrías que afectan directamente a nuestros productores”, enfatizó.
Ante este escenario, el principal frente de defensa sigue siendo la bioseguridad. El dirigente recordó que desde 2022 la influenza aviar ya está presente en la región y que los productores deben asumir que se trata de un riesgo permanente. “La única herramienta efectiva contra esta enfermedad es reforzar los sistemas de bioseguridad en cada establecimiento. No hay otra alternativa”, subrayó.
Entre las medidas básicas recomendadas están el cierre total del recinto, el control de acceso a personas y vehículos, la implementación de protocolos de desinfección y la eliminación de espejos de agua o presencia de aves silvestres en las granjas. Según Zarza, los pequeños productores son los más vulnerables, debido a la falta de conocimiento técnico y recursos para implementar estas medidas. “Nos preocupa especialmente este sector, que creció mucho en los últimos años atraído por la rentabilidad, pero que en muchos casos no cuenta con las condiciones mínimas”, señaló.
La trazabilidad también es una prioridad. Zarza informó que se está exigiendo a los importadores la notificación diaria de productos avícolas, como huevos fértiles y pollitas ponedoras. Aunque no hay evidencia científica de que estos productos transmitan el virus, las autoridades buscan tener un control más riguroso. Actualmente, aproximadamente el 85% de las pollitas que se utilizan en Paraguay provienen de Brasil (específicamente de Paraná y San Pablo, no de Rio Grande), y el resto de Argentina. También se importa un porcentaje importante de huevos fértiles para producción de carne.
En cuanto al contrabando, Zarza fue tajante: “Es un problema estructural que escapa al control del sector privado. Lo único que podemos hacer es denunciar y pedir mayor acción a las autoridades competentes”.
Finalmente, Zarza llevó tranquilidad a los consumidores: “No hay riesgo de contagio para el ser humano por consumo de carne de ave o huevos. El contagio solo se da por contacto directo con animales infectados. Aun así, es indispensable cocinar bien los alimentos y mantener la higiene en la preparación”.
En este contexto desafiante, la industria avícola local sigue consolidándose, con un aumento sostenido del consumo interno, que pasó de 20 a 25 kilos per cápita en los últimos años. Si bien las exportaciones aún son limitadas, el sector apunta a conquistar nuevos mercados, con el ejemplo de Taiwán como meta pendiente. “La clave es mantenernos libres de influenza aviar. Eso será nuestro mayor activo en este momento de alerta regional”, concluyó Zarza.
Tu opinión enriquece este artículo: