En agosto de 2020, la Ley 6.480 introdujo en Paraguay la Empresa por Acciones Simplificadas (EAS), una figura jurídica inspirada en modelos de derecho comparado y pensada principalmente para emprendedores y pequeñas empresas que buscan formalizarse sin afrontar los costos y complejidades de una Sociedad Anónima (SA) o una Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL).
Entre los beneficios iniciales de las EAS se destacaron: La constitución y gestión de trámites totalmente en línea, a través de la plataforma del Sistema Unificado de Apertura y Cierre de Empresas (Suace); La posibilidad de constitución por instrumento privado, sin pago de honorarios notariales ni tasas judiciales; La inscripción automática en el sistema patronal; La apertura de cuenta en el Banco Nacional de Fomento sin mayores trámites; La gratuidad en la publicación de edictos; La eliminación de trámites presenciales ante la mayoría de las entidades públicas, salvo la habilitación del RUC y la firma electrónica ante la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT).
La promesa era clara: facilitar la formalización empresarial, reducir costos y acortar plazos.
Cinco años después: luces y sombras
En la práctica, la EAS ha representado una puerta de entrada al mundo formal para muchos emprendedores. Sin embargo, su operativa real revela cuellos de botella administrativos y problemas de coordinación interinstitucional que afectan su eficiencia y contradicen el espíritu de simplicidad que inspiró su creación, que resumimos seguidamente:
1. Coordinación de firmas y presentación
La solicitud de constitución vía proforma debe enviarse el mismo día de la firma del instrumento. Si hay diferencia de fechas, el trámite se rechaza. Esto obliga a coordinar la firma de todos los socios y la carga del trámite en una única jornada, lo que en la práctica puede ser complejo y genera frustración.
2. Falta de comunicación en tiempo real entre instituciones
Hay casos en los que la constitución es aprobada por Suace y la Dirección General de Personas y Estructuras Jurídicas (Dgpejbf), pero luego es rechazada por la DNIT por requisitos no informados previamente. Ejemplo reciente: la exigencia de que las cédulas de identidad estén acompañadas por un registro de firmas en el mismo documento.
Esto obliga a reiniciar el trámite desde cero, recargar formularios y coordinar nuevas firmas, dilatando el proceso por días.
3. Imposibilidad de edición en trámites observados
Cualquier observación en comunicaciones asamblearias, transferencias de acciones o modificaciones estatutarias implica iniciar un nuevo trámite, sin opción de subsanar el existente.
4. Procesos engorrosos para aumentos de capital
Aumentar capital, emitir e integrar acciones es un maratón burocrático: el sistema exige tres asambleas consecutivas —extraordinaria para el aumento de capital, ordinaria para la emisión de acciones y otra extraordinaria para la integración—, cada una con su proforma de estatuto aprobada por la DGPEJBF antes de pasar a la siguiente. No es posible hacerlo en simultáneo, y cualquier error en la redacción o desajuste con el formato preestablecido provoca observaciones que obligan a repetir pasos. Este proceso, que puede durar meses, resulta paradójicamente más simple en una S.A., aunque ésta implique mayores costos notariales.
5. Fallos en la integración automática de registros
En algunos casos, la inscripción patronal en el Instituto de Previsión Social (IPS) y Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) no se concreta automáticamente, obligando al representante legal a completar el trámite presencialmente. Esto desnaturaliza el carácter “electrónico” de la EAS.
6. Barreras para representantes legales recién radicados
Si un extranjero obtiene cédula de identidad recientemente, primero debe pedir a la DNIT que incorpore sus datos en la base utilizada por SUACE, ya que los formularios se completan automáticamente según el número de cédula.
Balance y perspectivas
A pesar de sus innegables beneficios —costo cero en la constitución, rapidez potencial y digitalización del proceso—, la EAS sigue enfrentando problemas operativos que limitan su alcance y su capacidad de cumplir el objetivo de masificar la formalización empresarial.
Para el emprendedor, optar por una EAS puede ser una decisión ventajosa en términos de ahorro, pero implica asumir el riesgo del “ensayo y error” y de navegar un sistema que todavía requiere mejoras al menos en: Interoperabilidad entre instituciones; Flexibilidad en la subsanación de trámites; Racionalización de procesos estatutarios; y Garantía efectiva de integración automática con IPS y Mtess
En definitiva, la EAS ha sido un paso importante hacia la modernización empresarial en Paraguay, pero a cinco años de su implementación, su éxito depende de pasar de un esquema “digital en el papel” a uno “digital en la práctica”, lo que marcará la diferencia los próximos años de formalización empresarial.
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