El resultado no solo sorprendió por el volumen, sino también porque se logró sin la utilización de un sistema de riego, dependiendo únicamente de las lluvias registradas durante el ciclo del cultivo. “El clima se prestó muy bien, llovió bastante y eso ayudó mucho para obtener una buena producción. No se usaron técnicas sofisticadas, solo las labores básicas de preparación del suelo y cuidado de las plantas”, comentó en diálogo con nuestro medio Juan Aquino, técnico del MAG en Curuguaty, quien acompaña a la comunidad desde hace tres años.
La experiencia forma parte de un programa de diversificación agrícola que busca fortalecer la seguridad alimentaria, generar ingresos y abrir oportunidades para las comunidades indígenas. En Paso Real, una parte de la producción se destinó al autoconsumo, mientras que el excedente fue comercializado a la empresa San Jorge de Curuguaty, generando ingresos por G. 22.500.000.
“El hecho de que una comunidad indígena haya logrado no solo producir, sino también vender con éxito su cosecha, es muy significativo. Esto demuestra que, con acompañamiento técnico y organización, pueden convertirse en actores relevantes dentro del circuito productivo local”, destacó Aquino.
El MAG, a través del Área Local de Asistencia Técnica (ALAT) de Curuguaty, brindó acompañamiento permanente durante todo el proceso, desde la preparación del terreno hasta la cosecha. Las semillas fueron provistas por el ministerio dentro del programa, que también impulsa el cultivo de cebolla, batata y otros rubros de renta.
Si bien el rendimiento promedio de la papa en el país ronda entre 10.000 y 15.000 kilos por hectárea, los técnicos califican la cosecha de Paso Real como “excelente”, teniendo en cuenta que se trata de la primera experiencia de cultivo en la zona y sin infraestructura de riego ni fertilización intensiva. “Para nosotros es un logro muy importante porque es un cultivo nuevo en la región y la comunidad lo asumió con mucho compromiso”, valoró Aquino.
La iniciativa forma parte de una estrategia más amplia del Gobierno para promover la producción sostenible en comunidades rurales e indígenas, apostando a la capacitación y la autogestión. Además del MAG, Paso Real recibe apoyo del Ministerio de Desarrollo Social y participa en programas de mejoramiento habitacional y de infraestructura comunitaria.
El técnico explicó que los buenos resultados motivaron a otras comunidades vecinas a sumarse a la experiencia. En Moitú, por ejemplo, ya se cultivan cebolla, batata y caña de azúcar, mientras que otras avanzan en la cría de animales menores y la ganadería de autoconsumo. “Las familias están muy motivadas, con ganas de aprender y de producir más. Muchas veces no se conoce el trabajo que hacen, pero hay un esfuerzo enorme detrás de cada cosecha”, aseguró.
El desafío hacia adelante será incorporar sistemas de riego y prácticas de fertilización controlada para escalar la productividad y consolidar la papa como un rubro de renta estable en la región. Desde el MAG anticipan que el Plan de Producción de Papa seguirá expandiéndose a nuevas localidades, con el objetivo de mejorar los ingresos y la calidad de vida de las familias rurales.
Lo que comenzó como una experiencia piloto hoy se perfila como un ejemplo de desarrollo inclusivo. Con trabajo, acompañamiento técnico y un suelo fértil, Paso Real demuestra que el progreso también se cultiva desde las comunidades más alejadas del país.
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