Históricamente, el país estuvo concentrado en granos y ganadería, pero la expansión de estos rubros vegetales demuestra que la diversificación del agro es una estrategia rentable y sostenible. Productores de tomate, papa, cebolla y ajo reportan mejoras en productividad gracias a técnicas de cultivo más eficientes, acceso a semillas de calidad, asistencia técnica y mejores canales de comercialización. Esta tendencia no solo fortalece la seguridad alimentaria del país, sino que también amplía los ingresos de las familias productoras.
El ministro Carlos Giménez señaló en entrevista exclusiva con InfoNegocios que la agricultura familiar es el motor detrás de este crecimiento. “Nuestro objetivo es que cada inversión en estos rubros genere un retorno tangible para las familias productoras. Por cada G. 1 invertido, obtenemos un retorno de G. 4,18 lo que genera un impacto económico que multiplica varias veces la inversión inicial, fortaleciendo la economía local y el mercado interno”, afirmó.
El crecimiento del 25% en estos rubros se sustenta en una combinación de factores: mejoras en infraestructura de riego, acceso a sistemas de almacenamiento poscosecha, capacitación técnica y digitalización de registros productivos. Además, la coordinación con más de 1.200 organizaciones rurales ha permitido planificar la producción de manera más eficiente y garantizar la llegada de los productos a los mercados locales y regionales.
En términos económicos, la producción de estos rubros clave también refleja un aumento en las exportaciones y en la cadena de valor interna. Tomate, papa, cebolla y ajo no solo abastecen los mercados nacionales, sino que también registran ventas a países vecinos, generando ingresos significativos para las familias productoras y estimulando el desarrollo de industrias vinculadas al procesamiento, envasado y distribución.
De cara a la próxima temporada, el MAG proyecta consolidar este crecimiento mediante la incorporación de nuevas tecnologías, capacitación continua y alianzas con el sector privado. Se busca optimizar rendimientos, estabilizar la oferta y garantizar precios competitivos, evitando la volatilidad histórica que afectaba a estos rubros, y promoviendo la sostenibilidad económica y ambiental del sector.
El fortalecimiento institucional y el seguimiento técnico también han sido factores clave. La instalación de estaciones meteorológicas, junto con la capacitación de técnicos de campo, permite monitorear cultivos y responder rápidamente ante cambios climáticos, protegiendo la inversión y asegurando la continuidad de la producción.
Con estas medidas, la producción de rubros estratégicos consolida su papel como motor de diversificación del agro paraguayo. Más allá de incrementar la rentabilidad de las familias productoras, impulsa la seguridad alimentaria, fortalece el mercado interno y contribuye al desarrollo económico nacional. En un contexto de desafíos globales y locales, el aumento del 25% en tomate, papa, cebolla y ajo es un claro ejemplo de cómo la planificación, la inversión y la tecnología transforman la realidad del campo paraguayo.
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