Diego Garcete, especialista en cultivos de papa del Departamento de Extensión Agraria (DEAg) del MAG, explicó para InfoNegocios que la estrategia está enfocada en la “producción escalonada” y en la “zonificación”, con el objetivo de asegurar una oferta nacional constante durante gran parte del año. “Queremos hacer crecer este rubro como una opción rentable. En promedio, una finca puede generar entre G. 10 a 12 millones, y en algunos casos hasta G. 18 millones”, comentó Garcete.
La apuesta tiene base firme: el consumo local es alto, con una demanda diaria que ronda los 90.000 kilos, especialmente en el sector gastronómico. Sin embargo, la producción nacional todavía cubre apenas una fracción de ese volumen. Paraguay importa anualmente unas 43.000 toneladas de papa desde Argentina, mientras que la producción interna apenas ronda las 5.000 a 6.000 toneladas.
Esa brecha es justamente la que el nuevo plan pretende reducir. En 2023, las superficies cultivadas alcanzaron las 320 hectáreas. Para este año, la meta es llegar a 584 hectáreas, lo que implicará una inversión de aproximadamente G. 13.000 millones. Con esta expansión, se espera una cosecha de 8.500 toneladas, que podrían generar un movimiento económico cercano a los G. 26.000 millones. El programa involucra a unos 2.800 productores distribuidos en 14 departamentos.
El esquema contempla parcelas demostrativas, capacitaciones técnicas, y entrega de semillas certificadas de la variedad Spunta, de origen argentino, calibradas para asegurar uniformidad y calidad. “La papa es un rubro exigente”, advirtió Garcete. “Antes de entregar las semillas, se realiza una evaluación de la capacidad del productor y se lo capacita. Solo después, accede a los insumos.”
Este año, por ejemplo, se sembraron cinco hectáreas de papa tempranera en el departamento Central, cuya cosecha está prevista para mediados de julio. Es un plan piloto que busca demostrar la viabilidad de lograr dos cosechas anuales, cubriendo así el mercado desde julio hasta noviembre del próximo año.
Además, el proyecto contempla la experimentación con nuevas variedades, en alianza con el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA), el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave) y empresas privadas. “Todo apunta a mejorar la calidad, ampliar la oferta nacional y posicionar a la papa como uno de los cultivos más estratégicos del país”, agregó Garcete.
El desafío es grande, pero la visión es clara: reducir las importaciones, fortalecer la soberanía alimentaria y dinamizar la economía rural. “Estamos trabajando fuertemente para extender el proyecto”, concluyó Garcete. “Y tenemos el compromiso del presidente de la República de duplicar la superficie de siembra y la cantidad de productores el próximo año”.
Con pasos firmes y bajo tierra, la papa nacional se prepara para una segunda oportunidad. Esta vez, con una mirada empresarial.
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