La campaña se iniciará tras la finalización del vacío sanitario, establecido por ley hasta el 31 de agosto, que prohíbe la presencia de plantas vivas de soja en los campos como medida para prevenir plagas y enfermedades. Desde el 1 de septiembre se habilita la siembra, aunque en algunas zonas los productores ya realizan labores preparatorias como fertilización, corrección de suelos y manejo de cobertura.
Actualmente, Paraguay maneja unas 3.700.000 hectáreas de soja. Para esta campaña, el presidente de la APS, Lindemar Cesca, estima que la superficie se mantendrá igual o incluso ligeramente superior a la de la temporada anterior. “En el Chaco se están dando importantes cambios de uso de suelo, pasando de la ganadería a cultivos como soja y maíz, impulsados por nuevas industrias que demandan mayor producción”, señaló.
En la región Oriental, la tendencia será mantener la superficie, aunque variando los esquemas productivos. Muchos productores alternan soja de primera con maíz zafriña o, en algunos casos, optan por maíz de verano seguido de soja tardía. La elección de la variedad de semilla se ajusta a las condiciones climáticas de cada zona. “En el sur se usan variedades que responden mejor a lluvias más frecuentes, mientras que en el norte se adaptan a periodos más secos”, explicó Cesca, agregando que las empresas semilleras trabajan en mejoras genéticas para resistencia climática, aunque los resultados concretos aún están en evaluación.
Un hecho institucional relevante es que la APS concretó recientemente su salida de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), una decisión que, según Cesca, venía gestándose desde hace tiempo. Entre las razones mencionó distintos desacuerdos en políticas gremiales. “APS tiene su fuerza, sus agricultores y su propia agenda, y queremos estar más presentes en la defensa de los productores”, afirmó.
Actualmente, la APS trabaja estrechamente con el Ministerio de Industria y Comercio como parte del grupo impulsor de la Ley 1115, que busca implementar una plataforma nacional de trazabilidad de la soja. Esta medida responde a exigencias de la Unión Europea para asegurar el origen y la sostenibilidad de los granos importados, aunque solo el 4% de la soja paraguaya se exporta directamente a ese mercado. “La mayoría va a Argentina para molienda y luego se vende a otros países, pero igual debe estar trazada por si llega a Europa”, explicó Cesca.
Para la APS, la trazabilidad debe diseñarse junto con el gobierno y con un sistema simple que evite burocracias excesivas. “El productor sabe producir, pero no puede perder tiempo en trámites complejos. Queremos que sea una herramienta ágil, incluso manejable desde un celular”, recalcó.
Con el inicio de la siembra a la vuelta de la esquina, el gremio se muestra optimista y enfocado en sostener la productividad, adaptarse a las nuevas demandas del mercado y reforzar su rol de interlocutor directo con las autoridades en defensa del sector.
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