Durante la Expo 2025, Arsenio Insaurralde, director del mencionado centro del IPTA, compartió con InfoNegocios los avances en transferencia tecnológica para pequeños productores. “Estamos trabajando en tecnologías que ya están mejorando la productividad de cultivos como la batata y la mandioca”, explicó.
En el caso de la batata, el cambio es notorio. Tradicionalmente, los productores utilizaban variedades que requerían entre 6 a 8 meses para la cosecha. Hoy, gracias a las nuevas variedades desarrolladas por el IPTA –entre ellas la llamada Chaco 1– ese ciclo se reduce a solo 100 días, con un rendimiento superior. “Además del corto ciclo, se trata de variedades con muy buena aceptación en el mercado por su aspecto, sabor y alto contenido de caroteno, un precursor de la vitamina A”, detalló Insaurralde.
Este avance se traduce en mayor rentabilidad y permite planificar mejor la producción. El IPTA no solo proporciona las semillas mejoradas, sino que también capacita a los agricultores en técnicas como la selección de estacas, levantamiento de camellones y densidad de plantación, optimizando el manejo de cultivos.
El cultivo de mandioca, por su parte, también está en proceso de transformación. El centro cuenta con un banco de germoplasma con 500 variedades recolectadas en todo el país, de las cuales ya se seleccionaron 30 para consumo y 30 para uso industrial. “En este momento estamos evaluando estas variedades en parcelas experimentales en Choré, el sur de Itapúa y Carayaó”, indicó Insaurralde.
Los resultados preliminares son prometedores. Algunas de las nuevas variedades para uso industrial alcanzan un contenido de almidón del 30% al 32%, frente al 20% o 22% de las variedades tradicionales. Esta mejora puede marcar una gran diferencia en un contexto donde la Cámara Paraguaya de la Mandioca y Almidones viene alertando sobre la baja oferta de materia prima con calidad industrial.
“Estamos apuntando a generar variedades más productivas y estables, adaptadas a las condiciones del país, y a su vez garantizar que los productores tengan acceso a estas semillas”, añadió.
El programa de transferencia tecnológica ya llega a miles de productores. Solo en el caso de la batata, se reportan unas 7.000 hectáreas trabajadas con parcelas demostrativas y multiplicación de semillas en distintas regiones del país, tanto en la Región Oriental como en el Chaco. El IPTA ha firmado convenios con municipios y gobernaciones como la de Concepción y Boquerón, además de trabajar con comunidades indígenas.
Uno de los aspectos más valorados por los productores es que las investigaciones no quedan en papeles, sino que se aplican en terreno. “La alianza entre investigación, extensión agraria y productores permite que los resultados lleguen directamente al campo. Acompañamos a los productores y ellos mismos son los voceros de los beneficios”, destacó el ingeniero.
Con esta estrategia, el IPTA busca fortalecer la agricultura familiar, haciendo que cultivos tradicionales se conviertan en opciones rentables, sostenibles y con futuro en el mercado local e industrial. El camino aún continúa, pero los primeros frutos ya demuestran que invertir en ciencia y tecnología para el agro familiar sí da resultado.
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