Además, un dique de protección asegura que las intensas lluvias no se conviertan en inundaciones, protegiendo a las familias y tierras de la región. El Chaco paraguayo está liderando con soluciones hídricas inteligentes, transformando retos climáticos en oportunidades.
Florian Reimer, gerente general de la organización, expuso con claridad cómo la planificación, la inversión y la infraestructura fueron pilares para sostener las industrias agropecuarias en el corazón del Chaco paraguayo.
El Chaco Central se caracteriza por su clima seco y lluvias irregulares. Las precipitaciones se concentran principalmente en el verano, dejando largos meses de invierno con escasa o nula presencia de agua. Este patrón climático obliga a las industrias asentadas en la zona a captar y almacenar toda el agua posible durante la temporada de lluvias, para poder afrontar los meses secos entre mayo y noviembre.
“Desde siempre supimos que el agua sería nuestro mayor desafío”, dijo Reimer. A diferencia de otras regiones del país, el Chaco no cuenta con acceso directo a grandes ríos que puedan servir como fuente hídrica estable. Esto implica que la única opción viable es invertir en sistemas propios de captación y almacenamiento de agua pluvial.
Chortitzer desarrolló un sistema estratégico de captación de agua pluvial alrededor de sus principales industrias, una inversión que hoy supera las 250 hectáreas, distribuidas en áreas cuidadosamente planificadas.
Cada una de estas instalaciones cuenta con extensas áreas diseñadas para captar el agua de lluvia, canalizarla y almacenarla en reservorios profundos. “Una de nuestras plantas lácteas dispone de 100 hectáreas de captación; otra, de 50 hectáreas. La planta de quesos también está equipada, pero es el frigorífico el que cuenta con la mayor superficie, con más de 140 hectáreas”, detalló Reimer.
Estas áreas de captación cuentan con pendientes específicas que direccionan el agua hacia reservorios artificiales, con profundidades que oscilan entre 5 y 7 metros. En algunos casos, se utilizan sistemas tipo dugouts, excavaciones profundas similares a lagunas artificiales. Así, cada gota de agua que cae en verano es recolectada con eficiencia y se convierte en la fuente que mantiene operativas las industrias durante el invierno seco.
Aunque el Chaco se caracteriza por la escasez de lluvias, según Reimer, muchas zonas del Chaco —incluyendo Alto Paraguay, el norte de Boquerón y zonas productivas clave— recibieron lluvias excepcionales que superan los 700 a 900 milímetros en apenas los primeros meses del año. Esta cifra es considerada atípica para la región y provocó incluso inundaciones en ciertas áreas.
“El panorama actual es bastante distinto al habitual. En muchas fincas productivas de la cooperativa estamos teniendo complicaciones por el exceso de agua. La dificultad más crítica es el transporte: los camiones tienen grandes problemas para circular y entregar la producción agrícola y cárnica a las plantas procesadoras”, comentó Reimer.
Si bien en algunos puntos aún se registran déficits hídricos menores, la gran mayoría del Chaco Central y Norte ya recibió lluvias más que suficientes para los próximos meses. Esta situación, aunque bienvenida en términos de recarga de reservorios, representa nuevos retos logísticos para la cadena de suministro.
En cuanto a la visión a largo plazo, la cooperativa fue clave. La inversión en sistemas de captación no solo resuelve una necesidad actual, sino que se proyecta como una garantía de resiliencia ante el cambio climático, que se manifiesta con lluvias cada vez más erráticas y extremas.
“La planificación y la inversión en infraestructura hídrica son esenciales para que nuestras industrias puedan continuar creciendo en una región tan compleja como el Chaco”, puntualizó Reimer.
Tu opinión enriquece este artículo: