El estudio, elaborado a partir del análisis de 26 años consecutivos de registros, permite identificar patrones de recurrencia, estacionalidad y las zonas más vulnerables a los incendios. Entre los hallazgos, se destaca que el 63% de las cicatrices mapeadas se concentran entre los meses de agosto y octubre, coincidiendo con la época de mayor sequía y vientos en Paraguay.
En cuanto a las coberturas, el informe evidencia que el 89,8% de las áreas afectadas corresponden a vegetación natural, principalmente leñosa inundable y herbácea. Solo el 10,2% impactó en áreas antrópicas, sobre todo pasturas, lo que refuerza la idea de que la presión del fuego recae principalmente sobre ecosistemas que sostienen biodiversidad.
El promedio anual de áreas quemadas durante el periodo mapeado alcanza 1,7 millones de hectáreas, con picos que superaron este umbral en diez años específicos: 1999, 2001, 2002, 2003, 2005, 2006, 2007, 2019 y 2020. Varios de estos periodos coinciden con años de sequías intensas y altas temperaturas.
El análisis por ecorregiones muestra que el Chaco Húmedo Oriental es el territorio más castigado por el fuego, con el 28,2% del total nacional. Le siguen el Bosque Atlántico del Alto Paraná (21,7%) y el Chaco Húmedo Occidental (21,4%).
El Pantanal concentra el 13,2% del área quemada a nivel país, con aproximadamente la mitad de su superficie afectada en más de dos ocasiones. En tanto, el Chaco Seco representa un 7,9%, el Cerrado Occidental un 2,75% y el Cerrado Oriental un 4,65%. Este último, pese a su menor peso relativo, es considerado uno de los más vulnerables, ya que el 75% de su superficie total afectada sufrió incendios más de dos veces en el periodo mapeado. A nivel departamental, Presidente Hayes, Alto Paraguay y Concepción concentran más de la mitad (50,5%) del área quemada del país.
Dentro de los distritos, los más golpeados fueron: Villa Hayes, Fuerte Olimpo, Benjamín Aceval, Bahía Negra, Puerto Pinasco, General José María Bruguez, Puerto Casado, Bella Vista Norte, Carmelo Peralta y Boquerón. Estos territorios coinciden con zonas de transición entre áreas de vegetación natural y zonas productivas, donde los incendios tienden a propagarse con mayor facilidad.
“Del total de las áreas que registraron cicatrices de quema en Paraguay, el 90% del fuego ocurrió en vegetación natural y un 10% en áreas antrópicas. Aunque no analiza directamente la deforestación, investigaciones previas indican que la apertura de bosques y el cambio de uso del suelo, sobre todo para pasturas, aumentan la exposición y la propagación del fuego en varias ecorregiones del país”, señaló Palacios.
El fuego, recurrente en la historia del territorio, no solo representa un riesgo ambiental con pérdida de biodiversidad, degradación de suelos y afectación de fuentes de agua sino también un impacto económico y social, que golpea a comunidades rurales y productivas.
“Estos resultados ofrecen un panorama de la magnitud y recurrencia de los incendios en Paraguay durante 26 años. Comprender cómo evoluciona el fuego en el territorio es un paso indispensable para proteger nuestros ecosistemas y comunidades. MapBiomas Fuego Paraguay pone estos datos a disposición del público para impulsar decisiones más informadas y avanzar hacia una gestión sostenible del fuego”, afirmó Fernando Palacios, oficial de Sistemas de Información Geográfica de WWF Paraguay.
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