Bisa SA es una empresa que cuenta con dos plantas industriales ubicadas en Piribebuy y San Roque González de Santa Cruz, y se dedica a la fabricación de varios productos a base de coco. Este año con el proyecto “Ñañoty Mbokaja” obtuvo el Reconocimiento Verde por parte del Pacto Global en la categoría Eficiencia Energética, al promover la importancia del cultivo del árbol de coco, exponiendo a la vez los beneficios que produce.
“Esta distinción la logramos por el producto que elaboramos, se llama carozo de coco, un derivado de la fruta que al procesarlo se convierte en una biomasa utilizada como combustible, la cual tiene dos veces más poder calorífico que el chip de madera de eucalipto. Además, es un producto ecológico teniendo en cuenta que no utilizamos el árbol del coco sino el fruto que se regenera una vez al año”, explicó Salinas.
La gerente manifestó que el coco tiene varios subproductos originados de cada parte de su composición, y agregó que es el único fruto que provee dos tipos de aceite, de biomasa y de balanceado para alimento animal. Los beneficios del mbokaja residen en que cada árbol genera energía renovable durante 90 años, así también, el uso del carozo en las calderas evita la tala de 3 hectáreas de bosques por año, mientras que su industrialización no produce residuos dañinos para el ambiente. De esta materia prima, Bisa elabora productos como aceites y expeller de almendra de coco y pulpa de coco, abono de cascarillas de coco y mantillo de bosque.
Por otra parte, Salinas aseguró que la plantación del mbokaja favorece a los agricultores debido a que solo es necesario invertir en el cultivo puesto que no necesita ningún tipo de cuidado y a su alrededor pueden sembrarse otro tipo de alimentos como mandioca, maíz, poroto, algodón, etc.
“La plantación del coco se realiza una única vez, lo que se recomienda al agricultor es que el plantín que trasplantará ya tenga aproximadamente dos años de edad. Generalmente se calcula que en 1 hectárea de tierra pueden entrar aproximadamente 600 plantines en forma paralela, entre una distancia de 3 x 3 m. La planta tiene un costo de G. 3.500 cada una, eso se calcula por 600 plantines para la primera inversión y aparte el trabajo de tierra que sería más o menos G. 2.500.000 trimestrales para un año, en que se debe cuidar la planta que crecerá y dará frutos recién al quinto año, pero luego brindará frutos por 90 años sin necesidad de cuidarlo”, expresó Salinas, y añadió que cada árbol aporta un cajón de cocos los cuales son vendidos a G. 20.000.
Según Salinas, actualmente existe mucha demanda de productos derivados del coco, no obstante, a causa de la falta de incentivo por parte del Gobierno la plantación de la materia prima es escasa, así que la posibilidad de generar más y nuevas líneas de producción es imposible.
“No se hace plantación de forma directa con cada agricultor porque no hay incentivo, es también lo que buscamos a través del Gobierno, que le den importancia a este fruto que ayuda tanto a la economía del agricultor como a la ecología. Hay una ley que salió en el 2011, la Ley 4309, que tiene el aval de otras dos, que estipula que si el agricultor hace una plantación en su tierra y el Estado lo verifica, le puede retribuir el 75% de lo que hizo en inversiones en esa tierra, sin embargo el Gobierno no brinda ningún tipo de apoyo”, sostuvo.
Por último, mencionó que en décadas pasadas existieron hasta 60 empresas dedicadas a esta materia prima, mientras que en la actualidad no son más de cuatro, entre ellas Cavallaro e Indupalma.
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