“Con el tiempo aumentó el número de personas que consultan estando sanas. Antes eran pacientes con diabetes, hipertensión u obesidad. Hoy vemos más personas que acuden por prevención, por sentirse mejor, por tener más energía”, dijo Paiva. Este cambio de mentalidad representa una evolución en el enfoque que tradicionalmente se tenía sobre la nutrición.
Sin embargo, el aumento de interés también viene acompañado con la desinformación. “Existe un exceso de información errónea, los pacientes vienen con ideas tomadas de influencers o de internet que no siempre son correctas. Entonces, uno de nuestros principales trabajos es ordenar esa información y ayudarles a ver qué es lo real y qué es lo que les conviene a cada uno”, afirmó.
En un mar de tendencias, dietas restrictivas y consejos virales, la respuesta está en lo simple. Según Paiva, crear hábitos saludables no se trata de una transformación drástica sino más bien de pequeños pasos. “Uno no puede pasar de no comer frutas ni verduras a comer cinco porciones diarias de un día para otro. Lo ideal es comenzar progresivamente: una fruta en el desayuno, una ensalada al mediodía. Una vez incorporado ese hábito, pasar a otro, como tomar más agua, por ejemplo.”
Este enfoque facilita la adherencia al cambio y también responde a la individualidad de cada persona: “No a todos les gusta lo mismo, no a todos les cae bien lo mismo. Por eso, lo mejor es adaptar la alimentación de manera personalizada. En Paraguay vemos que el 80% de los paraguayos no comen lo suficiente de fruta y verduras, nosotros generalmente proponemos 5 frutas y verduras al día, que pueden ser 2 frutas y 3 verduras, o una fruta y 4 verduras, e ir aumentando de a poco”, destacó.
En el mundo de la nutrición, no todo pasa por lo que comemos. Paiva enfatizó que el descanso tiene un rol protagónico en la regulación del apetito. “Dormir menos de 7 horas altera dos hormonas la ghrelina (del hambre) y la leptina (de la saciedad). Al estar desreguladas, sentimos más apetito, sobre todo por alimentos dulces o calóricos. El mal descanso impacta directamente en nuestro metabolismo y en las decisiones alimentarias.”
Ante la proliferación de productos "light", "fit" o "diet", la confusión es generalizada. Muchos creen que consumir estos productos garantiza una alimentación más sana, pero Paiva advirtió que esto no siempre es así, “hay productos con pocas calorías, pero sin nutrientes. No se trata solo de contar calorías, es pensar en lo que ese alimento aporta a nuestro cuerpo. Algunos productos light compensan la falta de azúcar con edulcorantes o aditivos que no son beneficiosos para la salud”, dijo.
Además, recuerda que los productos “diet” o “light” están pensados para públicos específicos: “Un producto sin azúcar es para diabéticos, uno sin sal es para personas con hipertensión. No necesariamente son mejores para todos”.
¿Comer sano es caro?
Para Angie, esto tiene más que ver con la organización que con el precio en sí: “A veces se gasta más en delivery o en comidas rápidas que en preparar opciones nutritivas en casa. Si uno se organiza bien, comer sano no tiene por qué ser caro. El punto está en planificar y elegir productos frescos y de estación. Muchas veces, lo más caro es lo que compramos por impulso cuando no tenemos nada preparado”.
Durante los meses fríos, el cuerpo parece pedir más calorías y menos agua. Además, suele disminuir el consumo de frutas y verduras, esenciales para mantener el sistema inmune fuerte. “En esta época no debemos dejar de consumir vegetales, aunque sea en forma de sopas, al horno o cocidos. Ahí están las vitaminas y minerales que fortalecen nuestras defensas”, explicó Paiva.
También manifestó la importancia de mantener la hidratación: “Aunque no tengamos tanta sed, es importante tomar agua. También sirven infusiones como el mate cocido o el té, que ayudan a mantener el cuerpo hidratado.”
Como último punto Angie Paiva resumió su enfoque integral de la salud. “Siempre les digo a los pacientes que hay seis pilares fundamentales para una vida sana. La nutrición es uno, pero no es el único.”
1. Alimentación equilibrada: basada en frutas, verduras, proteínas, carbohidratos complejos y agua.
2. Actividad física: moverse todos los días, no necesariamente en el gimnasio, pero sí mantenerse activo.
3. Manejo del estrés: controlar la ansiedad y reducir el cortisol, que influye en la acumulación de grasa.
4. Buen descanso: dormir al menos 7 horas para permitir que el cuerpo se regule correctamente.
5. Relaciones sociales sanas: cuidar la salud mental, el entorno y los vínculos.
6. Manejo consciente de las emociones: saber cuándo comer por hambre real y cuándo lo hacemos por ansiedad.
Tu opinión enriquece este artículo: