Ser más eficientes en términos de uso de energía implica necesariamente tomar medidas para su ahorro, algo que interesa a los países en general y a los ciudadanos en particular. Pero dar el primer paso en esa dirección debe venir de parte del Estado de la mano de una legislación adecuada.
La Unión Europea es una de las más avanzadas en materia de control de eficiencia energética. En sus etiquetas, o las que se basan en ellas, los niveles de eficiencia se dividen en siete categorías, que se identifican por un código de colores y letras que van desde el verde y la A para los equipos más eficientes hasta el rojo y la G para los menos eficientes.
En su Guía Práctica de Ahorro y Eficiencia Energética, el Viceministerio de Minas y Energía (VMME) advierte que el consumo de energía, para servicios similares, podría llegar a ser casi tres veces mayor en los electrodomésticos de clase G que en los de clase A.
Vale aclarar que el ahorro energético, según la definición académica, implica disminuir el consumo de energía lo que podría derivar en disminución de servicios, producción o confort, mientras que la eficiencia energética conlleva disminuir el consumo de energía pero sin afectar el nivel de producción, servicios o confort.
Considerando que la mayor parte de los equipos, excepto los de las fuentes de luz, posee una vida media superior a 10 años, el ahorro en la factura de los más eficientes con respecto a los menos eficientes, y dependiendo del tamaño del aparato, supone valores significativos a lo largo de su vida útil, advierte el documento de la subsecretaría de Estado.
También consigna que los países serán más competitivos a medida que aumenten su eficiencia energética, o en otras palabras, cuando los consumos de energía por unidad de producto producido o servicio prestado sean cada vez menores. El aumento de eficiencia energética significa mejorar la calidad de vida de las personas.
El precio de la eficiencia
¿Cuánto cuesta ahorrar energía? “Es difícil estimar eso porque habría que tener un control de todos los equipos, pero en cuanto a los electrodomésticos, que es lo que nos toca más de cerca, el indicador que tenemos se da a través de la tarjeta de eficiencia energética, y eso es algo en lo que tenemos que avanzar más”, aseveró Victorio Oxilia, experto en energía y docente de la Facultad Politécnica de la UNA.
No obstante, el especialista manifestó que en promedio las ganancias de la eficiencia energética van desde el 10% hasta el 20%, en algunos equipos, y estos suelen costar entre un 50% y 100% más que los aparatos menos eficientes.
Siempre es preferible que al momento de hacer una compra, de un electrodoméstico por caso, tomar en consideración la tarjeta de eficiencia energética del aparato, y recordar que uno con calificación A o B es más recomendable que uno que tenga el nivel C.
Lo que ocurre con los focos es también ilustrativo. Un cálculo efectuado por la guía del VMME muestra que una bombilla tradicional de 100W, que cuesta alrededor de US$ 0,6 proporciona la misma luz que una lámpara de bajo consumo de 20W, que cuesta unos US$ 5.
Si están encendidas, más o menos, cinco horas diarias, el consumo eléctrico a lo largo del año de la primera será de 182.500Wh, mientras que la de bajo consumo habrá gastado al cabo del mismo periodo solamente 36.500Wh. La factura de la ANDE para una y otra forma de iluminar una vivienda dejará claro cuál es la mejor opción, más allá del precio inicial que hubo que pagar.
El problema, como lo adelantó, es que en Paraguay solamente es obligatorio para las lámparas que la calificación conste en la etiqueta del embalaje. Existen en el país normas similares para acondicionadores de aire, ventiladores, cocinas, heladeras pero son de cumplimiento voluntario, no obligatorio.
“Pero de nada sirve tener un artefacto muy eficiente (en el caso del acondicionador de aire) y colocarlo en una habitación que está expuesta al sol y que la radiación solar se transmita hacia el interior. Son varios los aspectos que tienen que ver con la eficiencia energética y con el ahorro energético en este caso”, señaló Oxilia.
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