Lo que enseña Band of Brothers sobre el liderazgo I (sin querer, pero con spoilers)

(Por Natalia Ferreira) Escuchamos tanto sobre liderazgo: hay cursos, talleres, charlas, libros y toda actividad humanamente posible sobre lo que implica liderar. Lo cierto es que solo una vez que uno se encuentra en esa posición se comprende verdaderamente lo que conlleva. Pero un puesto de poder no supone ser un líder, al menos no en el sentido utópico. En este artículo hablo sobre el liderazgo a partir de la serie Band of Brothers. Alerta spoiler.

Se concibe a un líder como alguien que dirige; un jefe como un superior o cabeza en una empresa o corporación; un director como el que dirige algo en razón de su profesión.

Conceptualmente, el líder es quien da indicaciones o dirige; sin embargo, en la práctica esto no basta.

Si a la tarea de un líder se suma, a efectos prácticos, la necesidad de maximizar la productividad, se debe lidiar con personas, y las personas son complejas. No todas responden de la misma manera a un mismo estímulo. Por otro lado, cada trabajador trae consigo una carga de asuntos personales ajenos al trabajo, los cuales no desaparecen al cruzar el umbral de la empresa.

Nunca fui amante de leer sobre liderazgo, pero viendo una serie sobre la Segunda Guerra Mundial, basada en hechos reales ocurridos entre 1943 y 1945, terminé recogiendo ejemplos prácticos y con lógica. Hablo de Band of Brothers, basada en las vivencias de soldados de la infantería aerotransportada, una unidad de élite de paracaidistas y su despliegue en el Día D, que fue el más famoso de la guerra.

Durante el desarrollo de la historia aparece el oficial Richard Winters, que tras la muerte del teniente Meehan, cuyo avión fue alcanzado por fuego antiaéreo alemán, asume la responsabilidad de guiar a la Compañía E (compuesta por entre 100 y 200 soldados).

La tarea de Winters —nótese que se trata de una persona de la vida real— no era para nada fácil. Estaba en medio de un conflicto bélico, tenía el mismo miedo que los demás soldados, su vida corría el mismo riesgo, pero, aparte de eso, debía inspirar a los hombres a su cargo a dar lo mejor de sí mismos en una situación de vida o muerte. A continuación van un par de consejos de liderazgo partiendo de las acciones de Winters. En este caso: asumir el rol y transmitir confianza.

Asumir un nuevo rol ganándose el respeto

Apenas toca tierra luego de su salto en Normandía, Winters se topa con un soldado de menor rango. Perdió su arma al saltar y la unidad está dispersa. El joven se muestra preocupado por haberse alejado de su unidad y no saber dónde se encuentra. Winters procura distraerlo y, en medio de la incertidumbre, le dice: “No estamos perdidos, estamos en Normandía”, lo que suena casi como un chiste justo para cortar una tensión que solo es iluminada por el fuego antiaéreo alemán. Al poco tiempo, encuentran a otro grupo de soldados y, cuando se preparan para emboscar a los alemanes, deben aguardar la orden de Winters para abrir fuego; sin embargo, uno se adelanta, por lo cual luego el teniente lo recrimina.

Winters era nuevo al mando. ¿Qué podría saber él? Se lo hacen saber de nuevo cuando se preparan para asaltar y destruir una batería de artillería alemana, pero Winters no se deja intimidar. Da indicaciones precisas de quién se hará cargo de cada fase de la operación y él mismo se involucra para dar el ataque principal. La acción fue tan bien planeada y ejecutada que hasta hoy es estudiada como ejemplo de asalto a una posición artillada en la Academia Militar West Point.

¿Qué nos queda de esto?

Aclaro que la serie no se hizo con ánimo de inspirar liderazgo; lo hace inadvertidamente, al menos a mis ojos. Winters podría haberse refugiado en órdenes y no haberse arriesgado liderando el ataque. También podría haber apartado al soldado que lo cuestionó mientras daba indicaciones antes del ataque; sin embargo, guardó silencio y demostró con su accionar en la batalla que sabía lo que hacía, pero no de manera temeraria poniendo en riesgo la vida de los demás, sino con responsabilidad y determinación.

Un líder da indicaciones con precisión y, de ser necesario, los guía en el campo —aquí podría entenderse como en el día a día.

Al final de la jornada, comparte con sus compañeros la alegría de sobrevivir otro día. Confraternizar, otro término gastado en estos tiempos. ¿Cuántas veces se organizan actividades de integración con sonrisas forzadas?

Al final del día, Winters se une a los miembros que participaron en el ataque. Como suele suceder cuando aparece un jefe, las sonrisas se volvieron más tímidas y apareció un silencio casi solemne. Es un hecho que Winters ahora está a cargo de la Compañía E y uno le ofrece beber algo, y el soldado que lo había desafiado aclara que él no bebe —el porqué nunca se aclara—; sin embargo, el nuevo jefe acepta el trago y dice: “Fue un día de comienzos”, y luego le pasa el trago a Guarnere, quien al principio había mostrado su desconfianza hacia él, y este toma otro sorbo.

Con esta simple acción demostró: Soy uno de ustedes, y tampoco soy lo que dicen por ahí de mí. Él los guió y los mantuvo a salvo. Cuando depositaron, literalmente, sus vidas en sus manos, él no los defraudó. Winters no dice mucho; son sus acciones las que hicieron que sus hombres lo siguieran: “Yo me arriesgo con ustedes.” Porque, al final del día, más allá de por qué peleaban, lo hacían por quienes peleaban a su lado.

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