Actualmente Paraguay invierte entre el 2,3 y el 2,5% del PIB en infraestructura, una cifra que está muy por debajo del 5% o 6% necesario para cerrar una brecha estimada en alrededor de US$ 35 millones. Este desfase refleja la necesidad de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y de elevar la competitividad del país en un contexto de desarrollo.
“Una de las principales carencias es la infraestructura de logística de transporte, que debe ser reforzada para reducir los costos de traslado de mercancías y optimizar la producción local. Paraguay está en una posición desfavorable en comparación con otros países de la región, con un atraso significativo que sólo se encuentra por encima de Bolivia. La mejora de la red vial y el desarrollo de sistemas fluviales son esenciales para la integración de mercados y la instalación de industrias, lo cual a su vez genera empleo directo e indirecto, fortaleciendo la economía local” comentó Rodrigo Ibarrola, economista.
Para Manuel Ferreira son tres sectores críticos los que contribuyen principalmente al déficit: transporte, agua y saneamiento, y generación de energía eléctrica. “El transporte, ya sea vial, fluvial o aéreo, representa un tercio de las necesidades urgentes de inversión. El sector de agua y saneamiento, clave para el bienestar y la salud pública, fue históricamente descuidado. Por otro lado, el área de infraestructura eléctrica, especialmente en la generación de energía, también sufre por la falta de inversión, algo preocupante dado que el desarrollo de la energía es esencial para sostener el crecimiento industrial y económico”, explicó.
La inversión en infraestructura no sólo se trata de construir: es necesario crear un entorno propicio para atraer inversiones que permita establecer industrias de valor agregado. “La creación de empleos de calidad depende de un desarrollo industrial sólido que permita a Paraguay avanzar hacia una economía más formal y menos dependiente de trabajos informales” acotó Ibarrola.
En cuanto al presupuesto público, Ferreira señaló que las recientes negociaciones sobre Itaipú proporcionarán una inyección de recursos importantes para los próximos años, sumando aproximadamente U$ 650 millones anuales al presupuesto del país. Esto podría llevar la inversión en infraestructura a un 4% del PIB, aunque advirtió que este ingreso no será permanente, por lo que la necesidad de atraer capital privado sigue siendo crítica.
Un tema clave para mejorar la infraestructura es el mantenimiento de las obras públicas, particularmente las rutas. “En Paraguay, los peajes son significativamente bajos en comparación con el desgaste real de las carreteras. Un ejemplo es que el peaje para cruzar el Chaco hasta Bolivia es de apenas 15 mil guaraníes por casi 1.000 kilómetros de carretera pavimentada, lo cual es insuficiente para cubrir el costo de mantenimiento. Este desequilibrio obliga al Estado a recurrir nuevamente a préstamos, lo cual es insostenible a largo plazo”, dijo Ferreira.
Si existiera un impacto positivo en infraestructura en la economía se reflejaría en dos áreas principales “En primer lugar, está el llamado efecto multiplicador, que en Paraguay se estima entre 1,8 y 2,2%. Esto significa que por cada dólar invertido en infraestructura, el PIB aumenta en hasta US$ 2. En segundo lugar, la infraestructura mejora la productividad. Un ejemplo claro es cómo una nueva ruta que reduce el tiempo de viaje entre ciudades aumenta la eficiencia de la producción y las oportunidades de trabajo. Lo mismo ocurre con la mejora en el acceso al agua potable, que reduce las enfermedades, o con el acceso a electricidad, que impulsa el desarrollo industrial y la creación de empleo”, refirió Ferreira.
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