Iván Romero, presidente de la Asociación Paraguaya de Criadores de Santa Inés, explicó a InfoNegocios que esta exportación fue el resultado de un proceso iniciado en la Expo Nacional Santa Inés del año pasado, donde el importador argentino Mauro Pinto quedó sorprendido por la calidad de los ejemplares paraguayos. “Vino a mirar, sin intención de comprar, pero se convenció en el acto. Compró los primeros lotes y volvió meses después a completar la compra”, relató Romero.
La raza Santa Inés, originaria del noreste de Brasil, se desarrolló en nuestro país con características adaptativas únicas que la convierten en una opción atractiva para mercados vecinos. Su rusticidad, capacidad reproductiva durante todo el año y su perfil eminentemente cárnico la hacen ideal para sistemas productivos que enfrentan condiciones climáticas cambiantes. “Hoy tenemos más calor que frío y pasamos de la sequía al exceso de agua. Esta raza se adapta bien y no necesita tanto manejo”, subrayó Romero.
Argentina no es el único destino de la genética ovina nacional. Según el ovinocultor, Uruguay también inició procesos de importación, y se esperan nuevos envíos antes de fin de año. Estas exportaciones, además de validar la calidad del trabajo realizado en Paraguay, reconfiguran el mapa ovino regional, otorgándole al país un rol sumamente destacado.
Romero destacó que Paraguay, históricamente ausente en la escena ovina latinoamericana, hoy abastece de genética a países que tradicionalmente lideraban el sector. “Nunca estuvimos en el mapa ovino. Ahora estamos proveyendo genética a los grandes”, celebró.
El fenómeno no se limita a la raza Santa Inés. La raza Dorper es otra variedad ovina que logró insertarse en los mercados externos, lo que evidencia un crecimiento general del rubro ovino paraguayo. El promedio de venta de los ejemplares ronda entre los US$ 1.500 y US$ 1.800 por animal, una cifra que refleja el alto valor que los compradores regionales asignan al desarrollo genético alcanzado en el país.
Este auge está teniendo un impacto directo en la industria local. Productores que antes no apostaban al rubro ovino hoy están invirtiendo en reproductores y mejorando sus planteles. La apertura de nuevos mercados y la latente posibilidad de exportación de carne ovina también contribuyen a dinamizar el sector.
“Hay una reinversión real en la producción ovina. Esto impulsa la mejora de planteles, el crecimiento del hato y la profesionalización del rubro”, afirmó el titular de la Asociación de Criadores de Santa Inés. A esto se suma el interés internacional en el material genético paraguayo, en formatos como vientres y pajuelas, a la espera de ajustes normativos en los centros genéticos del país para poder concretar nuevos envíos.
Mientras tanto, la asociación analiza la posibilidad de reprogramar su próxima exposición nacional, tradicionalmente celebrada a mitad de año, y busca moverla para los meses de agosto o septiembre, con el objetivo de lograr una mayor convocatoria y seguir atrayendo compradores extranjeros para consolidar aún más la reputación genética de Paraguay.
En un escenario donde la ganadería bovina es la predominante, el crecimiento del rubro ovino y su proyección internacional posicionan a Paraguay como un actor cada vez más relevante en la genética animal de la región.
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