Las últimas informaciones que surgieron sobre esta saga, dicen que, en agosto, Boeing estuvo reunida con representantes de las principales autoridades aeronáuticas mundiales, como son la FAA, la EASA, entre otras. La misión de esta serie de reuniones era la de poner al tanto a estos entes las modificaciones y los planes de mejoras realizados a aeronaves 737 MAX con la intención de que vuelvan pronto a los cielos.
La Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) al parecer no quedó muy conforme con lo expuesto por Boeing en la reunión. Según trascendió, el ente europeo sostuvo que realizará sus propias pruebas a la aeronave antes de validarla y regresarle su certificado de aeronavegabilidad y de ninguna manera aceptará pruebas de algún otro ente o de terceros. Esto es sumamente curioso y hasta nuevo, ya que, en la práctica, los entes reguladores suelen aceptar las pruebas y estándares de terceras empresas que realizan dichos test.
Ante esta dura decisión por parte de los europeos, un portavoz de la FAA declaró que cada gobierno será responsable de emitir una decisión sobre poner a volar a los MAX o no, siempre y cuando se realicen los estudios y una evaluación exhaustiva de seguridad a las aeronaves. Boeing espera que la FAA autorice a los MAX a volar por los cielos de América el mes que viene o en efecto para noviembre.
Pero del otro lado del charco, las cosas no se ven bien, esta decisión por parte de la EASA es otro duro golpe para Boeing. Patrick Ky, director ejecutivo de EASA reveló una lista de cuatro condiciones, entregadas a las autoridades estadounidenses, las cuales incluyen:
- La no delegación de las modificaciones, los cambios de diseño o mejoras serán aprobadas solo por la EASA, ningún otro ente.
- Una revisión más exhaustiva, la agencia europea quiere encarar una revisión del diseño de forma autónoma, y por ende, esta revisión será más amplia e intensa.
- Una mejor capacitación de las tripulaciones; EASA exige que las tripulaciones de las aerolíneas sean debidamente capacitadas e instruidas.
- Por último, el ente europeo exige un esclarecimiento de los dos accidentes en los que el MAX está implicado y que la investigación arroje datos fehacientes y claros.
Además, la EASA también exige que Boeing demuestre la estabilidad del MAX durante maniobras inusuales y extremas. Estas pruebas deberán ser positivas con el MCAS activado y desactivado. Esto también incluirá al menos una semana completa de práctica en simuladores por parte de los representantes del ente del Viejo Mundo.
Las cartas están echadas, la FAA va encaminando su decisión y la EASA ya dejó su postura firme, dos continentes han dado su veredicto, la pregunta ahora es: ¿Qué decisión tomará China con respecto a la situación de los 737?
Fuente: Aeronáutica Paraguay
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