Claramente el público tiene el poder y las herramientas para ver el contenido que le interesa, mientras va surfeando las plataformas, evadiendo o directamente ignorando los mensajes de las marcas.
Es por eso que la evolución de la relación entre marcas y personas se vuelve más que necesaria, para que el pilar de conexión no se centre solamente en la marca y sus mensajes, como ha ocurrido históricamente.
Y aquí es que me gustaría hablar sobre esa evolución y sobre la influencia. El concepto de influencia tradicionalmente se ha definido como la capacidad de tener un efecto en los demás con el fin de modificar su comportamiento.
La influencia actúa como esa piedra que se arroja al agua, generando ondulaciones y transformando el patrón de la superficie. Es así entonces que cuando las comunicaciones de marca son basadas en la influencia, estamos hablando de una fuerza transformadora desde adentro, que es imposible de ignorar y sobre todo, hace que las personas (y no la marca), sean el foco principal de la relación. Es por eso que la influencia es tan importante.
Para adentrarnos un poco en este mundo quiero en primer lugar mencionar los dos pilares de la influencia de marca: la conexión y la difusión.
A través de años de análisis e investigación de una variedad de casos y marcas, hemos aprendido que la conexión se fortalece cuando la marca tiene una misión y un propósito claros, cuando es innovadora, voraz, trae nuevas opciones a la mesa y sorprende a las personas con mejores soluciones de vida, lo que a su vez crea confianza.
La difusión, por otro lado, se logra con esas conversaciones del día a día (online y offline) de forma espontánea sobre la marca, con respecto a sus productos o servicios, su enfoque comunicacional y el contenido que presenta. También se logra mediante su capacidad para provocar discusión entre líderes de opinión pública, que la gente hable cuando esté tomando un café o esté en el taxi.
Fuente: Ojo de Pez
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