En esta entrevista, Leonard dice la frase que se lee en el titular, o más o menos algo parecido. Me puse a pensar qué relación podría tener conmigo, contigo o con nosotros y se me ocurrió que al final del día todos podemos identificarnos como vendedores, sin importar el ámbito. Como vendedores tenemos esta simple idea acerca de qué es lo que el cliente quiere y cómo podemos generar ganancia a través de esta demanda. Al menos ese es el karaku, o la médula, que nos conecta.
No soy experto, pero siento que seguimos cometiendo el error de enfocamos tanto en vender, que al hacerlo nos alejamos de quiénes somos en nuestro tiempo libre: usuarios y consumidores. Lo que me lleva al siguiente ejemplo:
*Mi problema
Como ya no salgo a tomar en boliches o bares, –me quedo en la comodidad de mi casa–, me veo limitado a comprar bebidas que vienen en latas o en recipientes de plástico. Estos son materiales que poseen canales más accesibles para su reciclaje, en cambio el vidrio es un residuo que no, al menos en Asunción. O termino guardando las botellas por meses o simplemente ya no compro lo que venga en vidrio.
*Mi deseo
Me encantaría que alguna bodega tenga un basurero donde pueda depositar mis botellas de vidrio y que estas sean periódicamente llevadas hasta un lugar donde puedan ser tratadas y reutilizadas. Así mantengo mi depósito y consciencia más o menos limpios.
Mi punto con el ejemplo de las bodegas es que si lo ponés en retrospectiva, todas compiten por quién ofrece más variedad al menor precio y con el mejor servicio, pero la verdad es que estas son ideas que ya deberían darse por hechas. Si alguna me ofreciera lo contrario no volvería.
Es lo que pasa con muchas marcas hoy en día. Se concentran tanto en el producto o cómo vender, que compiten bajo las mismas ideas. Y aun cuando una idea original, fresca y revolucionaria surja de alguna de ellas, la siguen comunicando como si fuese más de lo mismo.
Y ahí entra el mensaje detrás de toda esta vuelta. Las personas, ideas, estilos de vida, el lenguaje, el mundo entero, todo cambia, y la manera en que deberíamos (como vendedores) enfocarnos en vender debería cambiar igual.
Pensar qué es lo queremos como clientes y cómo podemos alcanzarlo como vendedores nos aseguraría una perspectiva más inteligente y un espacio más placentero para convivir.
Estoy seguro de que atreverse a dar este paso y tomar en cuenta la multidireccionalidad en la que el mundo actual se mueve daría a cualquier marca un valor que pueda trascender el producto.
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