Dormir menos de ocho horas puede parecer un pequeño sacrificio frente al entusiasmo por cumplir metas laborales. Sin embargo, la doctora Malvetti señaló que el sueño insuficiente está relacionado con un mayor riesgo de trastornos psicológicos como la ansiedad o la depresión, además de favorecer el desarrollo de enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes. “Estar despierto muchas horas sin actividad, sobre todo durante la noche, suele llevar a un consumo alimentario excesivo, lo que termina afectando también al metabolismo”, explicó.
El cuerpo humano está regido por el llamado ritmo circadiano, un ciclo biológico de aproximadamente 24 horas que regula procesos fisiológicos fundamentales, como la producción de hormonas. Entre ellas, la melatonina (encargada de inducir el sueño) comienza a secretarse al caer la noche, mientras que el cortisol (hormona que ayuda a despertarnos) se eleva al amanecer. Interrumpir este ciclo natural altera tanto el rendimiento cognitivo como el estado de ánimo. “Quienes se despiertan exageradamente temprano pueden sufrir somnolencia diurna, dificultad para concentrarse y hasta variaciones en la presión arterial”, señaló Malvetti.
No todas las personas funcionan igual a la misma hora. Existen los llamados cronotipos: perfiles biológicos que determinan si alguien es más productivo durante la mañana (matutino) o por la tarde y noche (vespertino). Conocer el propio cronotipo es indispensable para organizar actividades de alta exigencia intelectual en los momentos de mayor lucidez. “La productividad no debería medirse solo por el horario de inicio laboral, sino por los resultados y el cumplimiento de objetivos”, enfatizó la doctora.
En países con modelos de trabajo más flexibles, se prioriza el rendimiento sobre la rigidez horaria. Sin embargo, en nuestro país aún persiste la cultura de la puntualidad estricta como sinónimo de eficiencia. Esta visión, según Malvetti, debería actualizarse. “Necesitamos valorar más la calidad del sueño como un pilar de salud. Dormir bien también es una forma de invertir en productividad”, sostuvo.
Para lograr un descanso reparador, es fundamental mantener horarios constantes para acostarse y levantarse, dormir entre siete y nueve horas sin interrupciones, evitar cenas pesadas y alejarse de pantallas al menos una hora antes de dormir. “La luz azul de celulares, televisores y computadoras inhibe la producción de melatonina, lo que dificulta el inicio del sueño”, explicó la endocrinóloga. También recomendó crear un ambiente oscuro y silencioso en la habitación, y practicar técnicas de relajación como el mindfulness para reducir el estrés previo al descanso.
En un contexto donde cada vez se exige más a los trabajadores y emprendedores, la búsqueda de rendimiento no debe ir en contra del bienestar. El verdadero éxito, personal y profesional, también depende de algo tan básico como dormir bien.
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