La escena se repite en grupos de WhatsApp, reuniones de amigos e incluso en los colegios cuando los adolescentes ya no miran un partido solo por la emoción del fútbol, sino por el resultado que les dará (o quitará) dinero. Las apuestas deportivas digitales, presentadas como una forma de diversión, están abriendo un terreno peligroso. Según especialistas, esta adicción silenciosa ya afecta a una parte creciente de jóvenes y niños en Paraguay.
El psicólogo Jean Clemotte Llanes advirtió que el fenómeno tiene raíces más profundas de lo que parece. “Una de las señales más claras es cuando la persona deja de lado actividades importantes por apostar o participar en actividades relacionadas. Los proyectos personales o académicos se ven afectados, y el tema de las apuestas ocupa la atención la mayor parte del día, generando un malestar emocional significativo”, explicó.
El especialista señaló que el funcionamiento de estas plataformas digitales está diseñado para generar adicción. “Las apuestas cumplen el principio de refuerzo intermitente: consiste en dar una respuesta deseable (ganar) de manera ocasional. No sabés cuándo ni cuánto vas a ganar, pero siempre está la posibilidad, y eso mantiene tu intento por seguir apostando”, detalló Clemotte.
Ese mecanismo psicológico, usado también en videojuegos y redes sociales, explota la incertidumbre y la esperanza del usuario. La promesa de “quizás la próxima vez gane” se convierte en el anzuelo perfecto. “Este principio explica las adicciones más fuertes, y las apuestas lo aplican con precisión. A eso se suma la constante exposición publicitaria y la asociación con eventos socialmente atractivos, como los deportes”, agregó.
Para Miguel Ángel Gaspar, especialista en ciberseguridad y riesgo cibernético, lo que está en juego va mucho más allá de una moda pasajera. “Hace 10 años venimos hablando de salud digital infantil, es decir, el bienestar de los niños en el ciberespacio, una realidad que les fue heredada por sus padres o a la que se entregan solos”, señaló.
Gaspar afirmó que esta salud digital hoy debería tratarse como un problema de salud pública. Entre los factores más críticos, menciona que “los smartphones no son para niños, son un modelo de negocios para adultos; las redes sociales no son tales sino servicios digitales que se pagan al menos con datos personales; y la inteligencia artificial, presente en juegos, chats y plataformas, facilita que los menores sean blanco de riesgos mucho mayores, incluso de pedófilos o pederastas”.
Psicólogo Jean Clemotte Llanes
La presión social por mantener entretenidos a los niños (tanto en la vida física como digital) genera una puerta abierta al consumo sin control. “Hay demasiados niños solos en sus habitaciones, con dispositivos conectados, aislados de sus familias durante toda la noche, que alimentan estos monstruos del entretenimiento y la ludopatía”, lamentó.
“Paraguay tiene números preocupantes: casi todos los colegios tienen alumnos que apuestan, hay grupos de Telegram donde niñas de entre 11 a 13 años ofrecen fotos en situación de vulnerabilidad sexual para pagar apuestas o comprar aceleradores de juegos como robux, (monedas de Roblox) diamantes o pases de batalla que sus mismos compañeros venden en clases, tenemos una población infantil medicada psicológicamente como adulta, por trastornos de sueño o depresión”, aseguró Miguel Ángel.
“La ludopatía, no solamente por el fenómeno de las apuestas deportivas (legales o no, igual están mal en niños), golpea fuerte a los hogares paraguayos. Cada vez se registran más casos de robos o uso indebido de tarjetas de crédito para pagar plataformas de apuestas”, expuso Gaspar.
Tanto Clemotte como Gaspar coinciden en que la educación digital y la psicoeducación familiar son la base para frenar este fenómeno. “Es fundamental informar sobre el proceso de transición entre las pruebas iniciales y el comportamiento adictivo. Hablar del tema, mostrar los riesgos y entender cómo operan las plataformas puede ser la diferencia entre la curiosidad y la adicción”, remarcó el psicólogo.
Gaspar, por su parte, insta a políticas públicas más firmes: “La Unión Europea ya sinceró los costos reales de los juegos y limitó su acceso por edad. Ese tipo de medidas nos hacen falta. No hay que tener miedo de prohibir cuando se trata de proteger. Si normalizamos apostar en horarios de protección infantil, estamos creando adictos desde el deporte mismo”.

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