“En este sentido, la política energética nacional, vigente desde el 2016, prevé la creación del Banco Nacional de Infraestructura para el Desarrollo Económico y Social (BNIDES), para la gestión de los recursos financieros provenientes de las binacionales. Su fin es operar con planes de desarrollo de infraestructura, del sector productivo nacional y de sectores sociales, con responsabilidad ambiental”, indicó.
Posteriormente, en el marco del segundo ciclo del Foro Energético “Paraguay 2040”, la propuesta –anclada en un documento oficial vigente– ha sido nuevamente debatida en puertas de la revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú.
“Con la revisión en la agenda nacional, queda de manifiesto que es preciso diseñar políticas internas para llegar de la mejor manera a la negociación bilateral, pero también, organizarnos internamente para alcanzar el mayor provecho posible para la población”, expresó.
¿Cómo funcionaría?
El rol principal de los bancos nacionales de desarrollo, según Llamosas, es el de proveer crédito de largo plazo para la industria y la infraestructura, siendo especialmente útiles en países con un mercado financiero poco desarrollado.
“Teniendo en cuenta el ciclo de vida de estas instituciones, podrían aumentar el ritmo de industrialización y crecimiento, especialmente forzando el paso de los países en etapa de desarrollo a países de ingreso medio. Lo que se plantea es que este administre los ingresos provenientes de las binacionales, y gestione su efectiva inversión en proyectos prioritarios”, dijo.
¿Qué beneficios pueden generar?
“La situación paradójica en la que un Estado con abundantes recursos naturales tiene bajas tasas de crecimiento económico per cápita, altos niveles de desigualdad de ingresos, bajos niveles de democracia y altos niveles de conflictos en torno a sus recursos se conoce en la literatura científica como maldición de los recursos”, argumentó la investigadora.
A pesar de que la gran parte de la atención de los investigadores y organismos internacionales que lidian con la problemática de la maldición de los recursos se centra en recursos minerales e hidrocarburos, “recientemente, se le ha dado también más atención a la manera en que la exportación de hidroelectricidad —derivada de recursos naturales— también exhibe síntomas de la maldición de los recursos. Es por esto que prestar atención a esta problemática es particularmente importante para pensar en estrategias de desarrollo que puedan beneficiar a un país con gran producción de hidroelectricidad como el nuestro”, sostuvo.
Este banco podría contribuir en apalancar los fondos para no solamente realizar préstamos para inversiones en infraestructura dentro del propio país, sino también, para que los dividendos de las rentas financieras de este propio banco sean reinvertidas en educación y capital humano, señaló.
“Esta estrategia podría permitir capitalizar un flujo de caja que podría ser equivalente a un valor actual similar al PIB nacional. Se pretende así que este banco sea análogo a los bancos de desarrollo multilaterales que actualmente financian la infraestructura del país, pero con capital paraguayo”, apuntó.
¿Hay experiencias positivas en otros países?
Existen varios ejemplos, uno de ellos, quizá el más emblemático es el ejemplo del Fondo Petrolero de Noruega, remarcó Llamosas. Pero también existen casos en África, como Botsuana, Latinoamérica, como Chile y otros países, agregó.
¿Cuáles son los pasos a seguir para desarrollar y plantear oficialmente este proyecto?
Conforme la política energética, el primer paso sería la propuesta de un anteproyecto de Ley sobre el uso de los recursos financieros adicionales del sector energético, lo cual naturalmente deberá ser antecedido por un proceso de socialización y debate, culminó la experta, quien agregó que el anteproyecto debe prever que el banco entre en funcionamiento en el 2023.
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