En ese sentido, Osvaldo Godoy Vázquez, jefe del Parque Nacional Ñacunday y presidente de la Asociación de Guardaparques del Paraguay, comentó los desafíos que el sector enfrenta diariamente. Actualmente, solo cuentan con 81 guardaparques en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas, un número insuficiente para la vasta extensión de áreas protegidas.
“Lo ideal sería un guardaparque cada 500 hectáreas, pero no llegamos ni siquiera a lo mínimo”, mencionó Vázquez. En total, hay 17 áreas silvestres protegidas, de las cuales solo 12 cuentan con la presencia de guardaparques, dejando muchas zonas vulnerables a actividades ilegales.
Los guardaparques, además de velar por la conservación de la flora y fauna, también enfrentan riesgos constantes debido a actividades ilícitas dentro de las áreas protegidas. “La gente ve las Áreas Silvestres Protegidas como algo frágil para realizar actividades ilícitas, como plantaciones ilegales y el uso de agroquímicos en las zonas de amortiguamiento”, explicó Vázquez.
Además, indicó que, aunque cuentan con respaldo institucional, los guardaparques no portan armas para su protección, lo que los deja en una situación de vulnerabilidad frente a posibles enfrentamientos con quienes amenazan estos ecosistemas.
Las restricciones presupuestarias también afectan significativamente la labor de los guardaparques. “Cada dirección atiende sus presupuestos, costos, herramientas, infraestructura y alimentación para los compañeros, y cualquier recorte impacta directamente en nuestra capacidad de trabajo”, dijo.
Afortunadamente, la cooperación con algunas ONG permitió mejorar ciertos aspectos de su labor. Gracias a estas organizaciones, los guardaparques recibieron infraestructura, equipamiento como cámaras trampa y herramientas esenciales para monitorear y proteger las áreas.
Por otro lado, Rodrigo Arias, coordinador general de Guardaparques Voluntarios, comentó que la falta de una política pública que garantice una mayor contratación de guardaparques llevó a la sociedad civil a establecer un programa de voluntariado autogestionado. Para sostenerse, los voluntarios organizan actividades de recaudación de fondos, como salidas de campo para la observación de flora y fauna, talleres de formación y venta de productos en una tienda virtual. Adicionalmente, organizan rifas y gestionan donaciones ocasionales de organizaciones aliadas.
“El trabajo de los guardaparques voluntarios es variado e implica desde actividades de monitoreo y vigilancia hasta educación ambiental y mantenimiento de senderos. Entre sus principales funciones se incluyen el relacionamiento con visitantes para educar sobre la importancia de la conservación, el mantenimiento de carteles y senderos dentro de las áreas protegidas, y el registro de flora y fauna para la documentación de la biodiversidad”, dijo Arias.
Tu opinión enriquece este artículo: