La conexión entre ellas se dio gracias a un contacto en común que las vinculó, permitiéndoles descubrir que ambas tenían una visión alineada con la necesidad de crear nuevas alternativas ecológicas para la industria textil y de materiales.
“Yo estaba estudiando diseño de indumentaria, pero abandoné a la mitad y me enfoqué en lanzar mi propia línea de ropa. Fue durante este proceso creativo que me di cuenta de que la mayoría de los materiales disponibles estaban basados en poliéster, un derivado del petróleo que tiene un fuerte impacto negativo en el medioambiente”, comentó Verónica.
Esto la llevó a profundizar soluciones más sostenibles, comenzando con la creación de nuevas opciones de materiales que fueran responsables tanto en su origen como en su producción. Con la idea de expandir sus conocimientos, tomó un curso en México sobre el desarrollo de textiles a partir de miselios.
Los miselios son estructuras biológicas de los hongos que actúan como una red de conexiones subterráneas en los bosques, permitiendo la transferencia de nutrientes entre los árboles. Esta red se asemeja a un sistema neuronal que conecta y comunica diferentes organismos en la naturaleza, y su estudio inspiró a la emprendedora a explorar cómo se podrían replicar estos procesos naturales para el desarrollo de nuevos materiales en Paraguay.
Al regresar al país y, tras reunirse con su futura socia Maura, quien ya tenía una empresa de marroquinería consolidada con más de 15 años en el mercado, decidió que trabajarían juntas en el desarrollo de un material sustentable que pudiera responder a una problemática local.
“En Paraguay el mango es una fruta abundante que a menudo termina desperdiciada, pues miles de kilos de mango caen de los árboles cada temporada sin ser aprovechados. Esta realidad nos llevó a considerar a esta fruta como la materia prima ideal para nuestro proyecto de biocuero”, agregó.
Con este enfoque, las emprendedoras presentaron su proyecto en una convocatoria para acceder a financiamiento y obtuvieron un fondo de Mipyme Compite, gracias en parte a la experiencia de Maura en el rubro. Este financiamiento fue clave para iniciar el desarrollo del material, que implicó un arduo proceso de investigación y experimentación.
A lo largo de más de 1.000 pruebas perfeccionaron la fórmula que hoy constituye el biocuero de mango, un material único en su tipo por su carácter orgánico y vegano, y que no sólo evita el uso de agua en su producción, sino que además transforma un residuo en un producto de alto valor.
“Este biocuero se destaca por ser extremadamente resistente y duradero, con una vida útil estimada entre cinco y 10 años. Las pruebas para validar sus características las realizamos en el Instituto Nacional de Tecnología y Normalización (INTN) y en la Universidad Nacional de Asunción (UNA), donde se comprobó que el material es hidrófobo (resistente al agua), no se pela y es capaz de soportar las condiciones más exigentes”, explicó.
Además, al ser fabricado a partir de desechos frutales, el proceso de producción del biocuero no genera residuos adicionales, ni durante la producción ni después de su uso, lo que lo convierte en una opción realmente sustentable.
“En Maigotex nos dedicamos a la producción de planchas de biocuero de aproximadamente 90 x 90 cm, con la intención de distribuir este material a diversas marcas que deseen incorporarlo en la fabricación de sus productos. Estos productos están disponibles en puntos de venta físicos y a través de la tienda online de Maura Marti, que también utiliza el biocuero en sus propias líneas de marroquinería” explicó Alegre.
Hasta el momento, Maigotex estableció colaboraciones con dos marcas locales: Maura Marti y Toba, esta última dedicada a la artesanía y comprometida con la reivindicación del trabajo de los artesanos de Tobatí. La integración del biocuero de mango en las colecciones de estas marcas fue un primer paso hacia su consolidación en el mercado.
En Paraguay una barrera significativa fue la desconfianza del público hacia productos nuevos, especialmente cuando se trata de algo desconocido y no convencional como el biocuero. “A menudo, los consumidores prefieren seguir trabajando con materiales tradicionales, como el cuero convencional o los textiles sintéticos, en lugar de apostar por una alternativa innovadora”, relató.
Sin embargo, creen que con Maigotex, con el tiempo y en la medida en que más marcas adopten el biocuero, esta percepción cambiará y los consumidores comenzarán a valorar las ventajas de un material orgánico, vegano y producido a partir de residuos frutales.
En cuanto a los aspectos técnicos del biocuero, el proceso de fabricación de una plancha de 90 x 90 cm requiere aproximadamente 200 g de mango ya seco. Es importante señalar que el mango pasa por un proceso de deshidratación que reduce significativamente su volumen antes de ser pulverizado para obtener el polvo fino que se utiliza como base para el biocuero.
A nivel de costos, las planchas de biocuero tienen un precio de US$ 40 por unidad, con una compra mínima de dos planchas. Además, Maigotex ofrece una variedad de colores (cuatro actualmente) y planea introducir próximamente planchas más pequeñas para atender las necesidades de los productores que crean artículos más pequeños, como billeteras.
En cuanto al comercio electrónico, Maigotex está trabajando en el desarrollo de su propia página web, que estará disponible a principios de octubre, para facilitar las compras online. Mientras tanto, las ventas se gestionan a través de WhatsApp, ofreciendo un canal directo de comunicación con los clientes interesados en conocer más sobre el biocuero y sus aplicaciones.
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