“El clima de Paraguay es ideal para el aguacate. No hay heladas severas y los suelos arenosos y con buen drenaje favorecen el cultivo”, explicó Palacios, cuyo emprendimiento se estableció en San Estanislao tras una larga trayectoria en Tucumán, donde la familia Palacios desarrolló viveros primeramente especializados en cítricos y que luego diversificaron a la palta.
A diferencia de Argentina, donde la primera cosecha de palta se obtiene a los tres años de plantación, el suelo paraguayo produce retornos pueden llegar desde apenas los 18 meses. Esa diferencia de tiempo, crucial para los inversores agrícolas, ha despertado un creciente interés entre productores locales y extranjeros. “Ya vendimos todas las plantas que teníamos para este año. Cerramos 2025 con pedidos para más de 70 hectáreas y esperamos llegar a 100. El interés es real y sostenido”, aseguró en comunicación con InfoNegocios.
Actualmente, en Paraguay existen menos de 100 hectáreas de aguacate plantadas con fines comerciales, siendo aún un cultivo incipiente. Sin embargo, proyectos ambiciosos como el de un grupo chileno que prevé 100 hectáreas, y otro de capital asunceno con 50 hectáreas, confirman que la tendencia va en alza.
El vivero de Palacios no solo provee plantines certificados de la variedad Hass, la más demandada en los mercados internacionales, sino que también ofrece el servicio completo: desde la preparación del suelo hasta el acompañamiento técnico del cultivo. “Trabajamos con pies de injerto mexicanos y variedad Hass en copa, que tiene mejor vida postcosecha, una ventaja clave frente a los aguacates nativos, que maduran y se pudren más rápido”, detalló.
En cuanto a la comercialización, Paraguay se posiciona estratégicamente en el calendario regional. Su fruta sale al mercado entre febrero y marzo, justo cuando en Argentina hay escasez y Chile ya está en el final de su campaña. “La fruta paraguaya entra sin competencia real. Mientras Chile exporta fruta de categoría 4, nosotros podemos ofrecer una categoría 2, con mejor aspecto y sabor”, subrayó Palacios.
El vivero, único en el país registrado por el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave) para la producción de aguacate, comercializa cada plantín a US$ 10. Y aunque los frutos del trabajo apenas empiezan a madurar, el camino ya está trazado: Paraguay tiene todo para convertirse en un actor relevante en la producción de aguacate en el Cono Sur.
La visión de Palacios no se detiene en la palta. Para este año proyecta iniciar también los primeros ensayos con variedades comerciales de limón, como el Genovés y el Lisboa, que podrían abrir nuevas posibilidades de exportación. “Estamos sembrando las semillas para los patrones de injerto. Si todo va bien, en dos años podríamos tener los primeros frutos de prueba”, anticipó.
Con clima favorable, suelos generosos y abundante agua, Paraguay se presenta como una tierra de oportunidades para cultivos de alto valor. En ese escenario, el aguacate ya no es una promesa verde: es una realidad en expansión que empieza a abrirse paso en el competitivo mundo de la fruticultura internacional.
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