La obra, ubicada sobre la transitada ruta Areguá-Patiño, busca convertirse en un punto de referencia tanto para consumidores como para empresas interesadas en productos derivados de frutilla. Leticia Silva, ingeniera agrónoma y especialista en cadena de valor del MAG, explicó que esta infraestructura es resultado del trabajo iniciado en 2022, con el objetivo de fortalecer eslabones críticos de la cadena productiva: “Ya tenían marca, registros sanitarios, código de barras… pero el cuello de botella era la comercialización. No podían ingresar fácilmente a supermercados por las exigencias y, muchas veces, prácticas poco transparentes”, indicó.
La marca Las Delicias de Estanzuela, ya registrada ante la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (Dinapi), cuenta con una variedad de productos que incluyen mermeladas tradicionales y light, helados tipo chupa-chups, pulpas congeladas y hasta licores artesanales. Todos elaborados por los propios socios, que fueron capacitados a través del SNPP en procesamiento de alimentos. “Ya no vendemos solo fruta fresca. Hoy le damos valor agregado a nuestro trabajo”, afirmó con orgullo Bárbara Ayala, productora y vendedora con más de 15.000 plantas en su finca.
La asociación también cuenta con una planta de procesamiento equipada con cámaras de congelamiento y conservación. Gracias al respaldo del PIMA, están por instalar una nueva cámara con capacidad para 30.000 kilos, lo que ampliará la posibilidad de almacenamiento y permitirá cumplir con contratos más exigentes. Uno de los principales aliados comerciales de la asociación es Teixeira S.A., propietaria de la marca Kado, que compra 10.000 kilos anuales para la elaboración de mermeladas sin azúcar.
Ángel Rivarola, presidente de la asociación, comentó que con el showroom también buscan reducir la dependencia de los acopiadores: “El mayor problema que tenemos los frutilleros es vender. En el campo la gente trabaja bien, pero el mercado es el enemigo. Este salón nos permitirá vender directo y mostrar la calidad de nuestros productos”.
Actualmente, los socios cultivan más de 900.000 plantas, con un rendimiento estimado de 400 gramos por planta, según el clima. La cosecha se inicia en mayo, pero el pico de producción llega entre julio y agosto, cuando la frutilla fresca abunda y los precios son más competitivos. El producto estrella de la zona es la variedad Sweet Charlie, reconocida por su dulzura, aunque también se cultivan Dover y Francesa.
Además de la venta directa, la asociación ya está en conversaciones con nuevas empresas interesadas en sumar productos a sus líneas, como Sabores de Areguá y Frutiguá. “Nuestra producción en una semana puede cubrir lo que actualmente entregamos en un año. Por eso queremos diversificar más alianzas”, indicó Rivarola, quien también destacó la resiliencia del gremio ante los desafíos climáticos.
Los frutilleros esperan que esta nueva etapa con salón propio marque un antes y un después en su desarrollo económico. “Queremos que las autoridades vean que, con apoyo real, los pequeños productores podemos dar un salto”, concluyó el presidente de la asociación.
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