Lanús, en su tercera aparición en la final del torneo sudamericano (ganó en 2013 y fue subcampeón en 2020) logró imponer su carácter cuando más lo necesitaba: el defensor paraguayo Canale jugó los 90 minutos, y el tanto decisivo llegó al minuto 62 por obra de Rodrigo Castillo. Ese gol le da al conjunto argentino la ilusión de levantar otro trofeo continental y de escalar en el prestigio regional.
Mientras tanto, Palmeiras mostró una contundencia absoluta: remontó una eliminación parcial con un marcador abultado y dejó claro que quiere mantenerse en la cima del continente. Sosa abrió la cuenta al minuto 20, Gómez lideró la zaga y la goleada llegó para consolidar una final en la que el fútbol brasileño estará representado una vez más.
Este escenario invita a un análisis más amplio: desde que la final de la Copa Libertadores adoptó el formato de partido único en 2019, los equipos brasileños han dominado sin interrupción. En efecto, campeones como Flamengo (2019, 2022), Palmeiras (2020, 2021), Fluminense (2023) y Botafogo (2024) pertenecen todos a Brasil. Este dominio brasileño subraya un desequilibrio en el continente: aunque clubes de otros países logran llegar a instancia decisiva, el trofeo se sigue quedando firmemente en Brasil.
¿Por qué ocurre esto? Varios factores pueden explicar la continuidad del dominio: mayor presupuesto, mejores infraestructuras, plantillas más profundas, y también una cultura institucional de gestión que ha sabido adaptarse al nuevo formato de final única. Adicionalmente, la carga mediática y de expectativas parece llevar a que los equipos brasileños se comporten con mayor fortaleza en partidos de alta tensión.
Ahora bien, el hecho de que Lanús dispute la final de la Sudamericana abre una puerta para que clubes de otros países logren protagonismo continental, aunque sea en la categoría secundaria. Si bien la Sudamericana no tiene la relevancia de la Libertadores, el hecho de que un club argentino se meta en la final demuestra que la competitividad aún existe fuera de Brasil. Y ese hecho puede generar un efecto espejo: los equipos fuera de Brasil podrían ganar terreno, aunque la barrera hacia el título máximo pareciera aún muy alta.
Queda por ver si en la final de la Libertadores 2025 el dominio brasileño seguirá sin fisuras o si algún contratiempo permitirá un quiebre. Palmeiras vs Flamengo será un duelo que, inevitablemente, representará la vigencia del fútbol brasileño en el continente. Pero también podría convertirse en una oportunidad histórica para que otros países recuperen protagonismo si logran revertir la tendencia.
En definitiva, esta semana representa mucho más que dos finales: marca un llamado de atención para el resto del fútbol sudamericano. Mientras los clubes brasileños siguen asentando su hegemonía, los demás tienen el desafío de reinventarse, optimizar recursos y reorganizar estrategias para aspirar no solo a llegar, sino a ganar. Y aunque Lanús protagonice una final, el camino hacia la Libertadores todavía parece reservado para Brasil.
Para los periodistas, analistas y aficionados paraguayos (y de toda Sudamérica) es momento de observar con atención, entender las razones del dominio brasileño y plantear preguntas concretas: ¿Qué hacen distintos los clubes brasileños? ¿Cómo pueden los equipos de Paraguay y otros países cerrar la brecha? Y, sobre todo, ¿cuándo se volverá a levantar un trofeo continental fuera de Brasil? La respuesta, de momento, sigue en manos de los grandes del país vecino.

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