Tenía el futuro abierto en mil direcciones, pero en el último año de danza empezó a preparar y vender lo que cocinaba a compañeros, amigos y familiares. Ahí descubrió que lo suyo iba en serio y empezó a capacitarse.
Flora Bakery nació con cookies, rolls y delicias de merienda, pero el mercado tenía otro plan. “Me empezaron a pedir tortas decoradas y como a mí me gusta crear cosas nuevas, investigué, y ahí me enamoré del mundo de las tortas”. Hoy, Flora es sinónimo de designer cakes hechas a mano, donde la estética moderna manda.
“Puedo inspirarme, pero siempre le doy mi toque. No me gusta hacer cosas idénticas a lo que ves en internet. Quiero que tenga mi sello”, agregó. Ese estilo propio la llevó a desafíos impensados, tortas plateadas para bodas, diseños con cadenas metálicas y pedidos que otros locales rechazaban.
Aunque trabaja diseños altamente personalizados, Flora tiene sus estrellas indiscutibles, La Matilda, una torta de chocolate intensa, húmeda y adictiva y la de Limón con arándanos, el sabor frutal que llegó para quedarse y tiene fandom propio. A eso se suman clásicos infalibles como vainilla con dulce de leche, red velvet y carrot cake.
Cada torta es 100% personalizada en tamaño, sabor y decoración. Podés elegir un modelo del perfil, un diseño de Pinterest o simplemente contar la idea, Belén se encarga del resto. “No hago tendencia por moda. Elijo lo que me gusta y lo adapto a mi estilo”, destacó.
Además de las tortas, Flora ofrece talleres de decoración, y el año que viene sumará cursos profesionales y experiencias para amigas, ideales para quienes quieren aprender mientras crean. “Ahora mismo mi objetivo es tener un centro de producción propio, porque necesito un espacio más preparado para todo lo que hacemos. Más adelante, me encantaría abrir un café Flora. Ese es un sueño que tengo muy presente. Además, el año que viene quiero lanzar por lo menos dos sabores nuevos y seguir fortaleciendo nuestros talleres”, concluyó.
Tu opinión enriquece este artículo: