El nombre Casa Fika no es casual. Proviene del sueco Fika, que significa tomarse una pausa. “Ese momento en el que parás, respirás, tomás un café... y volvés a vos. Eso es lo que busco que generen los espacios que diseño: que te abracen, que te den paz”, explicó la arquitecta. Y esa filosofía se percibe en cada rincón de los ambientes que crea: suaves, serenos, con texturas que invitan a quedarse.
Lanzarse a emprender no fue fácil. Valerie dejó atrás la seguridad de lo conocido para apostar por su sueño. “Lo más difícil fue tomar la decisión de empezar, animarme a emprender sola sin saber si iba a funcionar”, confesó. En el camino, también aprendió a manejar áreas que poco tienen que ver con la arquitectura: presupuestos, proveedores, logística de obra. Sin embargo, afirma con convicción: “Es increíble ver cómo crece algo que arrancaste desde cero”.
Hoy, Casa Fika refleja una tendencia clara: las personas buscan ambientes que los reconecten. “Hay mucho amor por los materiales nobles: madera, fibras, texturas suaves. Cada vez buscamos más espacios cálidos, naturales, que nos conecten”, describió Brown. Esa búsqueda de bienestar se traduce en una estética que combina calidez, simplicidad y una atención especial al detalle.
Uno de los mayores desafíos, dice, es hacer entender que el diseño de interiores no es un lujo, sino una inversión en calidad de vida. “Lo que hacemos transforma de verdad la forma en la que vivimos. Un espacio bien pensado mejora tu día a día”. A eso se suman los retos técnicos del rubro: los imprevistos de obra, la disponibilidad de materiales y la coordinación con los distintos gremios. “Hay que saber adaptarse todo el tiempo”, aseguró.
A pesar de eso, Valerie mantiene firme una convicción: el diseño con identidad local tiene un valor incalculable. Por eso, trabaja de manera activa con proveedores paraguayos y apuesta por la mano de obra artesanal. “Uso madera local, esterillas, textiles hechos a mano… todo con historia. Me encanta que el diseño tenga alma paraguaya, pero desde un enfoque actual, más sutil y cálido”, sostuvo. Para ella, reinterpretar lo nuestro es clave: no se trata de decorar con lo típico, sino de contar quiénes somos hoy a través de los espacios.
Casa Fika no solo propone una estética visual, propone un estilo de vida. Cada proyecto nace desde la empatía y busca generar una sensación concreta: calma. "Mi objetivo no es solo que el espacio se vea lindo, sino que te haga sentir en casa, que te devuelva a vos", afirmó la arquitecta. Ese compromiso emocional es el que diferencia a su estudio y lo convierte en una marca con carácter propio.
En un mundo donde la prisa manda, Valerie Brown eligió la pausa como filosofía de diseño. Y desde Casa Fika, transforma ambientes en refugios, espacios vacíos en hogares, superficies frías en lugares con alma. Todo con una impronta artesanal, femenina y profundamente paraguaya.
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