Caballero explicó que la presencia de abejas en ciudades se debe principalmente a la falta de refugios naturales. “La deforestación avanzó bastante y dejó sin árboles huecos o frondosos a las abejas. Como mecanismo de supervivencia, evolucionaron para adaptarse a la ciudad”. Hoy, las colonias suelen instalarse en lugares como paredes, techos, chimeneas, patios internos, huecos de árboles ornamentales e incluso en cordones y basculantes.
Rescatabejas trabaja principalmente en Asunción y ciudades del Área Metropolitana, zonas donde la densidad de viviendas, edificios y comercios genera más interacciones con humanos. Caballero confirmó un aumento de reportes de colmenas en hogares, oficinas y establecimientos educativos. “Hay más casos en áreas residenciales y corporativas. La expansión urbana, las zonas más áridas y el cambio climático reducen los refugios naturales, y eso hace que las abejas encuentren condiciones favorables dentro de la ciudad”, explicó.
Las intervenciones se realizan en edificios de mediana y gran altura, locales comerciales, escuelas y complejos habitacionales, siempre priorizando dos aspectos: la seguridad de las personas y la preservación de la especie.
La abeja melífera (Apis mellifera) está protegida por la Ley 665/77, vigente desde 1977, que la reconoce como un insecto doméstico de importancia nacional debido a sus aportes ambientales. Esto convierte el rescate en una obligación ética y legal frente a la alternativa del exterminio.
Cuando una persona detecta abejas en su casa o lugar de trabajo, Caballero recomienda mantener la calma y evitar manipular la colmena por cuenta propia. El procedimiento inicia con un reporte vía WhatsApp, que incluye fotografías, altura y tiempo estimado de presencia de la colonia. Con esta información, el equipo define la estrategia de rescate más segura y viable.
Una vez retiradas del lugar, las colmenas se trasladan a la llamada La Piedra del Santuario, ubicada en Carapeguá y habilitada por el Ministerio de Agricultura y la Senacsa. Allí se las reubica en un entorno controlado y favorable, con árboles y flores nativas y exóticas que aseguran alimento durante todo el año. “Es un sitio diseñado para que las abejas puedan rehabilitarse tras un proceso que, para ellas, es una mudanza forzosa y estresante”, agregó Caballero.
Cada colmena trasladada representa entre 20.000 y 30.000 abejas que continúan su función esencial para el ecosistema. Aproximadamente el 70% de los alimentos que consumimos dependen de la polinización, lo que convierte a esta especie en una pieza fundamental para la vida en el planeta.
Rescatabejas también promueve buenas prácticas para la población: conservar árboles y huecos naturales, instalar cajas trampa en zonas verdes, plantar especies melíferas y evitar métodos caseros como fumigar o quemar panales.
“Cada rescate es una oportunidad para preservar la genética local y evitar la pérdida de miles de individuos. Es una acción concreta de conservación”, enfatizó Caballero.
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