Desde su local ubicado en Mariano Roque Alonso, donde se atienden decenas de casos por semana, Patricia observa un fenómeno cada vez más común, que es el de los autos dañados por cargar combustibles adulterados, con impurezas o mezclados con agua.
Lo que parece ser solo una diferencia de octanaje (93, 95 o 97 octanos) en realidad esconde un problema mayor. “El octanaje no tendría que ver necesariamente con la calidad. Un combustible debe estar limpio y sin agua, sea cual sea su octanaje. Pero últimamente están llegando sucios, con residuos y contaminantes”, advirtió.
Ese tipo de combustible, no se quema por completo en la cámara de combustión. “Pasa al motor y luego contamina el cárter, afectando el aceite. Eso le resta vida útil al lubricante, lo oxida, lo degrada, y si hablamos de lubricante, hablamos de la protección del motor”, detalló. Y ese daño se nota. Pues según Patricia, uno de los primeros signos es “un cascabeleo al acelerar, pérdida de potencia, vibraciones y una respuesta inestable del vehículo”.
Lo ideal para evitar estos problemas, sostiene, no está solo en elegir el octanaje adecuado, sino en cargar en estaciones confiables. “Muchas veces uno pide nafta 93 y le terminan cargando algo de mucho menos calidad. Por eso yo les digo a mis clientes que carguen 97, para asegurarse un margen de seguridad”.
A todo esto se suma el mal hábito de cargar en cualquier estación, sin verificar si el combustible es de buena procedencia y simplemente por ganas de ahorrar que a la larga, puede salir mucho más caro.
Para Patricia, el combustible influye directamente en el rendimiento del vehículo, el consumo y la salud general del motor. Por eso, recomienda realizar mantenimientos preventivos cada año o año y medio, incluyendo cambio de filtros, limpieza de inyectores y revisión del sistema de inyección. “Eso te puede salvar de tener que cambiar el motor completo”, aseguró.
Y no es una exageración, pues en su experiencia, los daños por combustible adulterado pueden llegar a ser tan graves como para requerir el cambio total del motor. “Un motor promedio para un vehículo vía Chile instalado puede costar alrededor de G. 10 millones. Imagínate eso por ahorrarte un poco en el surtidor”, subrayó.
Además, muchas veces los daños se acumulan sin que el conductor lo note. “Hay clientes que me dicen: ‘yo cargué ahí toda la vida y nunca tuve problemas’. Y de repente un día el auto empieza a fallar. Lo que pasa es que la mugre se fue acumulando y cuando revienta, ya es tarde”, explicó.
Es importante señalar que usar un buen combustible no solo protege el sistema de inyección, sino también ayuda a mantener la calidad del lubricante, permitiendo que rinda los kilómetros para los que fue diseñado. “Usar buen combustible es proteger todo el sistema del motor. Es cuidar tu auto, tu inversión y tu seguridad”.
Cargar combustible en cualquier lado puede parecer más barato, pero el costo real puede ser millonario y en ese sentido, no existe ahorro que valga la pena.
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