Elias explicó que la IA no debe ser vista como una herramienta aislada, sino como un avance tecnológico que puede tener un impacto en la educación. Estas herramientas pueden ser útiles si se usan con un propósito educativo claro. De lo contrario, corren el riesgo de convertirse en una solución comercial más que en un recurso pedagógico.
Uno de los principales desafíos es la capacitación de los docentes. El especialista mencionó que los estudiantes están más acostumbrados al uso de estas tecnologías, mientras que los maestros, especialmente en la educación primaria y secundaria, se encuentran rezagados. Para que la herramienta sea efectiva, los docentes deben ser capacitados en cómo integrarla en su enseñanza de manera que fomente habilidades como el pensamiento crítico y la investigación.
El uso irresponsable podría hacer que los estudiantes dependan de las máquinas, perdiendo la oportunidad de desarrollar habilidades como la capacidad de análisis, la investigación independiente y la evaluación crítica de la información.
Alma Segovia añadió que el impacto de la tecnología en habilidades socioemocionales como la empatía o la colaboración puede ser ambivalente. Por un lado, las herramientas de IA pueden facilitar la colaboración en línea y el trabajo en equipo. Pero, por otro lado, la interacción excesiva con máquinas en lugar de con personas podría limitar el desarrollo de habilidades interpersonales y empáticas.
Elias también indicó que la IA ofrece la oportunidad de acceder a información y recursos educativos, lo que puede fomentar el razonamiento y la reflexión. Sin embargo, advierte que la tecnología no debe reemplazar el proceso cognitivo. Si los estudiantes solo usan la IA para generar trabajos sin hacer el esfuerzo de investigar y reflexionar, se pierde la esencia del aprendizaje.
Segovia también comentó la posible afectación de la concentración de los estudiantes. El uso de herramientas basadas en IA puede ser una fuente de distracción, lo que puede dificultar la capacidad de los estudiantes para enfocarse en sus tareas y problemas. Además, si los estudiantes dependen demasiado de la IA para resolver problemas, podrían perder la oportunidad de desarrollar habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas de manera autónoma.
La formación humanística no debe ser olvidada. La tecnología es una herramienta, pero no puede sustituir la enseñanza de las humanidades, el arte y la cultura. Los estudiantes deben aprender a usar la tecnología de manera responsable, desarrollando habilidades para identificar fuentes confiables y evitar la desinformación. Los docentes tienen un papel importante en guiar a los estudiantes en este proceso.
En cuanto al entorno educativo que incorpora la IA, Segovia y Elias coincidieron en que el papel del docente sigue siendo fundamental. Los educadores deben actuar como guías y facilitadores, ayudando a los estudiantes a interpretar y aplicar la información que reciben a través de esta herramienta. Además, deben fomentar el pensamiento crítico y la creatividad, asegurándose de que los estudiantes no se vuelvan dependientes de la tecnología.
El reto no es elegir entre educación tradicional y tecnología, es encontrar un equilibrio. La escuela debe integrar ambos enfoques, asegurándose de que los estudiantes no solo se beneficien de la información que les proporciona los dispositivos digitales y desarrollen habilidades cognitivas que les permitan comprender, analizar y aplicar ese conocimiento de manera efectiva.
El uso de la IA en la educación tiene un potencial, pero solo si se aplica de manera adecuada y con una pedagogía sólida. La capacitación de los docentes y la orientación educativa son esenciales para garantizar que la tecnología no sustituya el aprendizaje profundo, sino que lo potencie.
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