“Antes de hablar de lo que buscan los jóvenes, hay que entender la realidad del mercado”, comenzó Oviedo. Según datos que maneja KW, aproximadamente el 27% de la población en Paraguay está entre los 20 y 30 años, y otro gran porcentaje pertenece al grupo de 31 a 45 años. “Ese gran segmento tiene serias barreras para acceder a créditos que permitan comprar una vivienda”, advirtió.
Ante la falta de opciones viables de financiamiento, muchos terminan alquilando. Pero eso no significa que lo hagan sin criterios. Según Oviedo, las tipologías más buscadas por este público son los monoambientes y departamentos de un dormitorio, con prioridad en la ubicación: buscan cercanía a sus lugares de trabajo, centros educativos, espacios recreativos y shoppings. Además, valoran mucho la posibilidad de desplazarse a pie o en bicicleta, evitando el uso del auto y el estrés del tráfico.
Una tendencia que gana fuerza es el modelo de roommates, donde varios jóvenes comparten un departamento o dúplex de dos o tres habitaciones, distribuyendo los gastos de alquiler, servicios y mantenimiento. “Esto se ve mucho en las grandes ciudades del mundo y ya empieza a instalarse en Paraguay, sobre todo en zonas universitarias”, comentó.
Las zonas más demandadas para este tipo de alquileres son Mariscal, Recoleta, Villa Morra, Carmelitas y Las Lomas. Todas responden a polos de desarrollo con buena conectividad, oferta comercial y entretenimiento. “También hay mucho interés en barrio Jara, por su cercanía a universidades y por ser más accesible”, agregó.
Pero no todos los jóvenes pueden vivir en el centro. Muchos terminan optando por ciudades satélite como Mariano Roque Alonso, Luque o Limpio, donde encuentran propiedades más amplias, con patios y quinchos, ideales para compartir entre amigos o para familias jóvenes con hijos pequeños. “Buscan tranquilidad, espacio, y compensan la distancia con un costo-beneficio más equilibrado”, apuntó Oviedo.
Si bien hay políticas públicas que apuntan a los sectores más vulnerables, y los segmentos de alto poder adquisitivo pueden acceder sin mayores inconvenientes a créditos hipotecarios, el gran olvidado es la clase media. “No está ni un escalón abajo ni un escalón arriba, y sin embargo es la que más necesita soluciones estructurales para acceder a una vivienda”, comentó Oviedo.
El déficit habitacional en Asunción y Gran Asunción supera el millón de viviendas, y la oferta actual no logra satisfacer esa demanda.
En ese sentido, KW está desarrollando una propuesta para presentar tanto a bancos como al gobierno, basada en experiencias internacionales. Uno de los modelos más interesantes proviene de Chile, donde se aplicó un sistema de scoring crediticio más inclusivo que consideraba no solo los ingresos formales, sino también el historial de facturación informal o por cuenta propia, el comportamiento de pago en créditos menores (como cuotas de autos), el cumplimiento en contratos de alquiler anteriores.
“El sueño de la vivienda propia no es un lujo, es una necesidad. Pero requiere compromiso, planificación y esfuerzo. No siempre vamos a hacer lo que nos gusta, pero sí lo que más nos conviene. Como ir al gimnasio: no todos disfrutan ir al gimnasio, pero lo hacen por salud y por su futuro. Lo mismo pasa con el ahorro y la inversión en inmuebles”, concluyó Oviedo.
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