Según Edgar Frutos, técnico a cargo del proyecto, la cosecha de tomate alcanzada mediante este proyecto permitió que, actualmente la producción local llegue a cubrir el 80% de la demanda nacional, lo que permitió que se solicite la suspensión de nuevas licencias de importación. “Estamos en plena cosecha y ya cubrimos el 80% de la demanda local. Solo queda un 20% que equivale a unas 30 a 40 toneladas por día”, explicó el ingeniero en comunicación con InfoNegocios.
Con el apoyo del MAG, los productores participantes ya logran un volumen diario combinado de aproximadamente 150 a 160 toneladas de tomates. Este logro se sustenta en una cuidadosa planificación y asistencia técnica, incluyendo la entrega de semillas, fertilizantes, productos químicos e inductores de crecimiento, todo bajo estrictos requisitos de infraestructura, como la necesidad de contar con sistema de riego y estructuras de media sombra o invernaderos.
El programa abarca actualmente a 671 productores distribuidos principalmente en los departamentos de Caaguazú, Central, Cordillera y Amambay. Para el próximo año, la meta es ambiciosa: duplicar el número de productores hasta 1.223 y cuadruplicar la cantidad de plantas cultivadas. Esto permitirá, según Frutos, cubrir el 100% de la demanda nacional a partir de enero de 2026. "Entregaremos 4,5 millones de semillas para alcanzar una producción diaria de 180 toneladas a partir del 16 de enero", detalló.
El modelo implementado también contempla una planificación escalonada para evitar picos de producción que saturen el mercado interno. Basados en estadísticas obtenidas durante este año, el mayor excedente de tomates se prevé para los meses de julio y agosto. De hecho, ya se está planificando una exportación de aproximadamente 2 millones de kilos de tomates a Argentina durante ese período, replicando una operación similar realizada el año pasado, en la que se enviaron 50 carretas de 30 mil kilos cada una.
Aunque el proyecto "Tomate todo el año" fue el impulsor, el MAG ya comenzó a aplicar metodologías similares para otras hortalizas como locote, cebolla y papa. En el caso de la cebolla, por ejemplo, se implementó una entrega escalonada para evitar saturaciones abruptas en el mercado, práctica que antes no se realizaba. "Con la sonificación y padronización, logramos que la producción se entregue de forma ordenada, extendiendo el periodo de cosecha y beneficiando al productor", comentó Frutos.
El modelo de selección de participantes sigue siendo exigente: los productores deben contar mínimamente con sistema de riego y media sombra para ser incluidos, aunque se hacen excepciones en el caso de cebolleros de experiencia probada. Además, dependiendo de la capacidad de producción, se entrega un número variable de kits de insumos, que pueden ir de 5 hasta 12 por productor.
La altitud también es un factor considerado. En zonas como Pedro Juan Caballero, ubicada a más de 700 metros sobre el nivel del mar, las condiciones naturales permiten obviar el uso de media sombra. Sin embargo, en regiones de menor altitud, como Caaguazú, su uso es indispensable para proteger las plantas de las variaciones térmicas.
El éxito del proyecto representa una oportunidad importante no solo para fortalecer la soberanía alimentaria del país, sino también para profesionalizar aún más la producción hortícola nacional. “Ya demostramos que se puede producir tomate todo el año, ahora estamos ajustando cada etapa para que el mercado interno esté abastecido de manera continua y también podamos exportar los excedentes”, concluyó Frutos.
Con estas acciones, la agricultura nacional marca un paso firme hacia un modelo más competitivo, sostenible y exportador, beneficiando a cientos de familias rurales y potenciando el sector agroalimentario nacional.
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