“Paraguay necesita seguir invirtiendo de forma imperiosa en infraestructura para mantener su tasa de crecimiento y satisfacer las crecientes demandas de la población”, señaló para InfoNegocios Marcelo Pérez, socio director de AIC. Según el especialista, las necesidades son múltiples y abarcan desde el fortalecimiento de la red vial hasta servicios públicos fundamentales como el transporte masivo, la educación y la salud.
Uno de los principales retos que se mencionaron durante el evento fue la ejecución efectiva de los proyectos. Si bien existe un marco legal favorable, como la ley de Alianza Público-Privada (APP), y se han anunciado importantes obras como la Ruta PY01, la Ruta PY10 y varios hospitales, aún persiste una brecha entre los proyectos planificados y los que realmente se concretan. Un ejemplo emblemático es el del aeropuerto internacional, presente en planes desde hace años pero sin avances significativos.
En este contexto, la infraestructura no solo representa un factor de desarrollo social, sino también una poderosa herramienta de dinamización económica. De acuerdo con la presentación de AIC, cada dólar invertido en infraestructura tiene un efecto multiplicador, generando empleos directos e indirectos y mejorando la competitividad del país. El sector construcción, en particular, tiene un rol protagónico como motor de crecimiento, con una participación estimada del 6% en el PIB nacional.
A nivel regional, Paraguay se encuentra rezagado. Según datos compartidos en el conversatorio, la inversión en infraestructura en el país ronda el 2,6% del PIB, mientras que el promedio ideal en América Latina para cerrar la brecha estructural es del 5% anual. “Este rezago también es una oportunidad”, expresó Pérez. “Podemos aprender de errores ajenos y adaptar soluciones que ya demostraron funcionar en otros países, siempre encontrando el traje a medida para el Paraguay”.
En el caso del transporte masivo, el panorama es más complejo. A diferencia de las rutas, estos proyectos requieren una coordinación interinstitucional mucho más intensa, ya que afectan directamente a poblaciones urbanas densas. Pérez recordó que el fracaso del Metrobús fue, en gran medida, consecuencia de una falta de planificación y articulación adecuada. “Si vamos a construir una línea de tren, por ejemplo, necesitamos prever cómo se moverán durante las obras los 100.000 pasajeros diarios que hoy utilizan ese trayecto”, explicó.
Otro de los puntos abordados fue la necesidad de políticas de Estado que trasciendan los ciclos gubernamentales. Proyectos de largo aliento como el tren de cercanías o sistemas de aerocables no pueden depender de los cambios políticos. “Hay que atacar estos proyectos en el primer o segundo año de cada gobierno para asegurar su continuidad”, insistió Pérez.
En definitiva, nuestro país cuenta con las herramientas legales y la experiencia internacional disponible para dar un salto cualitativo en infraestructura. Pero para lograrlo, se requiere voluntad política, coordinación técnica y una visión de largo plazo. Solo así se podrá garantizar que las obras lleguen a concretarse y que el país pueda avanzar hacia una economía más sólida, equitativa y moderna.
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